Dr. Sergio Villordo: buscando la cura a nuestros males


Sergio Villordo es licenciado en genética egresado de la Universidad Nacional de Misiones (UNaM), efectuó el doctorado en Bioquímica (UBA) titulado en mecanismos de replicación del virus del dengue y realizado en la fundación Instituto Leloir, Buenos Aires. Es especialista en análisis de datos de la UBA con posgrado en comunicación científica por la Universidad Pompeu Fabra. Es de Campo Viera pero desde hace ocho meses reside en Barcelona (España) donde se especializa y perfecciona en machine learning e inteligencia artificial. En comunicación con el programa Primera Plana que se emite por FM Santa María de las Misiones, la radio de PRIMERA EDICIÓN, aclaró conceptos, situaciones y términos, en un momento difícil para todo el mundo.

COVID-19 ¿se compara con una gripe?
Si uno lo mira desde el punto de vista del virus que lo transmite, por un lado la influenza y por otros son coronavirus, son virus de Genoma ARN, que es lo único que tienen parecido, y el resto son muy diferentes. Del agente etiológico, difieren muchísimo. Ahora, del punto de vista de la manifestación de la enfermedad hay ciertos puntos en común. Para este virus ya se cuenta con información previa, sobre todo en base a la estadística que se está haciendo con los casos que hubieron en China. La mayor fuente de información viene de ahí, del estudio más de 80 mil casos, con lo que se tiene más precisión de los datos y los números. Es desde donde se sacó, sobre todo la sintomatología, y se hizo una especie de esquema de cuál es la sintomatología en general, que involucra a muchas cosas que tienen que ver en general con la gripe. Por ejemplo, a veces hace fiebre, hay dificultad para respirar, tos, pero no mucha congestión, a veces acompañado de una sensación del malestar general. Desde el punto de vista de cómo se produce la enfermedad hay ciertas similitudes, porque se focaliza en el aparato respiratorio. Lo hacen de manera bastante distinta pero comparten esas similitudes.

¿Porqué afectó más a China que a Japón?
Cuando hay una epidemia hay cosas en las cuales es difícil tener seguridad de porqué pasan. Por lo general, cuando pasa el tiempo y se analiza en el contexto de toda la información, se puede hacer conclusiones al respecto de porque suceden. Lo que sí es claro en este contexto es que China es el lugar donde se cree que es el punto 0, es donde se originó la enfermedad, el famoso paciente 0, al que todavía buscan. En teoría empezó a mediados de diciembre de 2019. Cuando eso surge, ese país no tenía el antecedente concreto de qué estaba pasando. Pasó en una de las provincias más superpobladas del mundo, entonces hay muchos factores que hicieron que esto se desencadenara a una velocidad muy rápida. De hecho al inicio se estimaba una tasa de letalidad, que es cuando uno sabe la cantidad de personas que se diagnostican con la enfermedad, mucho más alta, y que había más incertidumbre de lo que estaba pasando pero así y todo China logró diagnosticar rápidamente. En un par de días tenían el genoma del virus, se dieron cuenta que era uno de los coronavirus, que tiene antecedentes de la familia de esos coronavirus, que ya se repitió ese proceso, pero que no era un virus con tanta capacidad de dispersión como éste. Dentro de su capacidad, comparándolo con sus semejantes. China, que fue el país 0 pero con una campaña intensa de bloqueo, de cuarentena, que vimos por la tele, logró aplacar la enfermedad, estacionarla en alrededor de 80 mil casos. Se va enfermando gente pero a una tasa muy baja. Son pocos los casos nuevos que surgen.

¿Porqué en Italia se tornó tan grave?
Italia fue el primer foco. Hoy por hoy la enfermedad cambió de epicentro, ya no está más en Asia sino que se movió a Europa. Y el punto 0, prácticamente de Europa, es Italia. Es el lugar al que cayó por sorpresa y nadie tenía la experiencia ni la idea que podía ir a pasar. Había incertidumbre y un período de tiempo bastante cercano. Japón hace tres meses que lo tiene al virus al igual que Singapur, pero si uno mira las estadísticas, fue muy relentizado. Se extremó la tasa de propagación. Eso hace que ahora esos países cuentan con menos de 800 casos. El nivel es bajo a pesar que son países con densidad de población, con todo el riesgo que eso implica. A ciencia cierta, discutir lo que hizo bien o mal Japón, es muy difícil. Si uno mira las estadísticas de países del otro lado del mundo, donde es muy bajo, no hay seguridad que se haya diagnosticado bien o se hayan compartido los datos, hay un montón de interrogantes pero se pueden sacar conclusiones recién al final del proceso.

Duración. Posible vacuna. ¿Sobre qué base científica se trabaja?
El coronavirus es de una familia grande de virus, hay un grupo grande que están en la naturaleza y que por lo general, sale cada tanto. Hay un evento casi fortuito pero que por alguna otra condición permite que el virus se transmita al humano, que empieza a transmitirlo porque es un lugar donde replica bastante bien esta familia de virus. Este no es el primer evento con esta familia, y eso es algo muy positivo. Ya pasó con el SARS-Cov a partir de 2003, que también surgió en China, y con el MERS-Cov que es otro coronavirus que surgió en 2012/13 en la zona arábiga y que se esparció por otros lugares. Estos dos virus tenían la particularidad de la tasa de letalidad elevada. El SARS es el más parecido a este virus. De hecho lo están renombrando como SARS-Cov 2. Como un derivado.


Es decir que este virus se transmite bastante eficientemente y se propaga porque una persona en promedio propaga a dos o a tres, esas dos a otras dos más y así sucesivamente, lo que va desencadenando el proceso. Esos dos virus que surgieron antes no tenían esa capacidad de dispersión pero sí eran mucho más letales que el COVID-19. Y eso es algo positivo, ya que como eran tan letales, muchos países comenzaron a desarrollar vacunas o sistemas antiviruales para, por las dudas, prever que pudiera pasar de nuevo, porque de hecho, estos virus siguieron circulando en algunos puntos en los años sucesivos. Hubieron muchos avances que se hicieron en base a materia de estos primos lejanos de este virus. Hay cuatro vacunas con información final de estos estudios, que se probaron pilotos en humanos (clinical trials), son ensayos donde se prueba la capacidad de generar inmunidad en la persona que se vacuna y que no sea tóxica. En ambos casos tuvieron muy buenos avances para el SARS-Cov y MERS-Cov. Eso es muy positivo. En general, hay virus que son muy complejos, el del Sida o del dengue, en los que se está trabajando hace décadas en una vacuna y no se lograron resultados. En este caso es distinto porque tenemos antecedentes reciente de familiares directos de este virus, con buenos resultados. Después que surgió este nuevo brote de este virus, identificado el agente infeccioso que era muy parecido, muchos países empezaron a adaptar las cosas que tenían hecho en función de esto y a probar y testear otras cosas, inclusive drogas para tratamientos oncológicos.

“Esto empezó hace dos meses. Hace falta un tiempo para parar la pelota y ver cómo se reorganiza todo. Hace falta poco tiempo para que aparezcan soluciones, drogas antivirales y demás. Y sobre todo para que no colapsemos al sistema de salud. Un 5% necesitará un cuidado intensivo. Que en un tiempo, sea un recuerdo como la sociedad se organizó un poco para superar esto”.


Respecto a cuanto puede llegar a durar esta enfermedad, depende de la dinámica que le imprima el mundo. Si sigue un patrón como Japón, Corea del Sur, Singapur, o la misma China, que lo relentizó y lo tiene prácticamente anclado, puede durar mucho tiempo -que sería lo ideal- y que la gente se vaya enfermando de a poco porque cuando se cura tiene inmunidad de por vida para ese tipo de virus. Hay mucha gente que propone esta idea, por ejemplo en Inglaterra, que todos tienen que enfermarse para pasar mejor. Son maneras que están tomando otros países y tratando de generar una contención para la gente que haga cuadros graves de la enfermedad, dejando que esto siga su curso natural. Es muy difícil determinar cuando se va a terminar el problema. Si sale la vacuna en poco tiempo, se podrá acelerar el proceso y será mucho menos penoso y molesto para todo el mundo. Porque esto significa mucho parate. Hay cosas muy positivas y hay que tenerlas en mente.

“Lo que se sabe es que todos los virus tienen un tiempo de incubación Desde que ingresan al cuerpo y se puedan acomodar para empezar a multiplicarse. Depende de cada enfermedad. En ésta hay una media de cuatro a siete días. Hay quienes estipulan que ese tiempo puede ser mucho más corto, y otros, mucho más largo”.

Quedarse en casa
Para Villordo, “hoy más que nunca tenemos que colaborar y, si no es indispensable #quedateencasa. Es necesario poder tener esto bajo control primero y, luego, ir poco a poco reactivando todo, pero paulatinamente. El principal problema de esta enfermedad es que genera transmisores asintomáticos o con síntomas leves que ni se dan cuenta que tienen la enfermedad. Por ello todos debemos asumir que estamos contagiados, aunque no lo estemos, y evitar estornudar o toser en las manos, taparnos con los hombros o el codo, mantener la higiene de las manos constantemente. Tratar de no darnos besos, abrazos, saludar con la mano, compartir el mate, por un tiempo. Tenemos que cambiar de chip y cambiar los hábitos, por un tiempo”. Trató de llevar tranquilidad al señalar que “en cualquier momento van a comenzar a salir drogas y tratamientos o incluso vacunas. Hay muchos proyectos en marcha con resultados positivos. Hay que tratar que esto se demore lo máximo posible, porque si bien en más del 80% de los casos los enfermos desarrollan una sintomatología leve a moderada, cerca de un 5% desarrolla el cuadro más severo de la enfermedad. Para esos casos es crítico poder contar con acceso a servicios de terapia intensiva, ya que necesitan el uso de respiradores, transfusiones y otros cuidados intensivos, que si no los tienen no pueden sobrevivir”. Sostuvo que ahí radica el peligro que la enfermedad se descontrole “como está pasando en varios países de Europa. Es que en ese punto, al haber tantos casos, el sistema de salud colapsa y no alcanza a dar abasto ni a atender como es requerido, a todos los pacientes”.

Un poco sobre Sergio Villordo
Fue criado en el seno de una familia liderada por una mujer divorciada, madre de tres hijos y una querida y recordada maestra de Campo Viera, doña Emilia. “Mi vieja fue una verdadera luchadora que nos inculcó a luchar siempre por lo que queríamos, no tanto diciendo, sino más bien con el ejemplo”, recordó a la distancia, y agregó que en la adolescencia, “tuve la gracia de conocer y a adoptar a Pedro, más que un padre postizo, un verdadero amigo que a su modo me enseñó a tener paciencia, a dar esa pausa y a pensar bien antes de hacer las cosas. Creo la combinación de esas simples pero valiosas enseñanzas fueron muy importantes en mi carrera profesional como científico, una carrera armada a base de becas y a todo tipo de pruebas para conseguir más becas y recursos para hacer más y más cosas”.
El científico cursó la primaria en la Escuela Nº 489 de la Capital del Té y el secundario en el colegio Salesiano “Pascual Gentilini”, en San José, en carácter de alumno becado. Al finalizar, “realmente no sabía qué estudiar, pero quería seguir estudiando. Si bien como agrónomo tenía propuestas concretas para comenzar a trabajar, quería intentar estudiar algo más. El problema es que ¡no sabía qué!”. Sumado a eso, su madre quería que estudiara cerca de casa “porque el horno no estaba como para calentar un hogar extra en Posadas”. En medio de la encrucijada, un día salió temprano del hogar, pasó por Oberá y se inscribió en ingeniería electrónica, siguió camino a Posadas y se anotó en Técnico Universitario Administrativo Contable (TUAC), antropología y en la licenciatura en genética. Esa noche la pasó en casa de un conocido, y al otro día, antes de pegar la vuelta al pago, pasó por el Ministerio de la Juventud, en el Centro Cívico, y se anotó en lista de espera para conseguir lugar en algún albergue de la capital provincial.

En los últimos años, incursionó en el mundo de la ciencia de datos y el uso de algoritmos de inteligencia artificial para resolver problemas biológicos y en la industria tecnológica. Por este motivo también trabajó como consultor de análisis de datos e imágenes para empresas nacionales e internacionales (Globant, Etermax, Despegar, Capgemini). En ese contexto, junto con otros jóvenes de Posadas organizó charlas y whorkshops orientados a la aplicación de la inteligencia artificial y técnicas de análisis de datos en áreas como la industria, la investigación básica y la salud: la última fue en la Universidad Gastón Dachary (UGD).

A los pocos días supo que se había inaugurado un nuevo albergue cerca del barrio Ñu Porá. “La suerte había cambiado para mi. Si bien no estaba claro que quería estudiar genética (ni siquiera me imaginaba bien que hacía un genetista), creo que terminé decidiéndome por descarte. Al término del primer cuatrimestre volví a casa con un 2 y dos 3 como notas en exámenes parciales. En verdad, una bofetada tras otra. En realidad me asusté mucho y sentía como se me estaba escapando de las manos todo lo que había proyectado hasta el momento”, narró.


Pero “como si se tratara de un juego de ajedrez me concentré en los exámenes que me quedaban y que representaban un verdadero obstáculo. Hacia el comienzo del año entrante todo fue mejorando, me fui afianzado e incluso recibí una beca del plan nacional de becas universitarias. Con esa platita me compré una compu y varias cositas que necesitaba para estar más cómodo. Eso, sumado a lo que me pasaba mamá, más las changas dando clases de apoyo o atendiendo el ciber de la esquina, me mudé al centro para estar más cerca de la facultad y reducir la frecuencia de interminables viajes en el (colectivo) 6”.

Hace ocho meses voló a Barcelona, junto a su esposa. Su objetivo es ganar expertise en el uso de tecnologías de punta e innovadoras que puedan ser aplicadas a la biotecnología, a la salud y al tratamiento de enfermedades infecciosas y a la vez ganar experiencia en el ámbito del emprendimiento. Además, sigue colaboracndo en proyectos asociados al estudio del virus del dengue, zika y el Coronavirus con el laboratorio de Virología Molecular de la Fundación Instituto Leloir, en Buenos Aires.

Luego de recibirse con honores como licenciado en genética en la Facultad de Ciencias Exactas, Químicas y Naturales (FCEQyN) de la UNaM, nuevamente tenía posibilidades de realizar el trabajo de tesis de licenciatura en el Laboratorio de Biología Molecular Aplicada en Posadas, donde había estado trabajando en un proyecto de monitorización del mosquito transmisor del dengue.

Apasionado por la virología
A esa altura “ya me había apasionado por la virología, aunque todavía no había trabajado directamente con un virus. Entonces decidí buscar la oportunidad de intentar hacer mi tesis en algún laboratorio de virología, donde pudiera continuar avanzando en lo que ya había comenzado. De este modo, una vez más me tiré al abismo y luego de escribir más de 60 emails a distintos centros de Buenos Aires y de La Plata, terminé eligiendo uno de los cinco que me contestaron que tenían lugar disponible”, expresó. Ya en Buenos Aires, realizó la tesis de licenciatura en el Laboratorio de Biología Estructural de la Fundación Instituto Leloir, trabajando en la comprensión del proceso de maduración de la afinidad de los anticuerpos de respuesta inmune primaria. Al finalizarla, su economía estaba casi agotada y, a menos que consiguiera un sueldo, “mi tiempo en la gran urbe se estaba terminando”. Podía presentarse a una beca del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), pero implicaba esperar un año. Cuando estaba apunto de volver “se me ocurrió consultar si no buscaban gente en alguno de esos 55 laboratorios que nunca me contestaron al email y que por ahí tenían alguna posición, pero ahora para trabajar en un proyecto de doctorado. Para mi sorpresa esta vez me respondieron varios (probablemente porque ya mi currículum había engordado un poco). En realidad, la sorpresa fue doble cuando me di cuenta que entre los que me contestaron estaba la doctora Andrea Gamarnik, investigadora de conicet y miembro de la academia Americana de Ciencias y directora del Laboratorio de Virología Molecular de la Fundación Instituto Leloir, el lugar que más anhelaba poder llegar a tener un feedback”.


En el laboratorio de Virología Molecular aplicada realizó los trabajos de investigación para obtener el título de Doctor en Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Trabajando con Gamarnik realizó importantes avances en el entendimiento de cómo el virus del dengue utiliza una región de su genoma para regular su multiplicación de manera diferente según se encuentre infectando mosquitos o células humanas. Como producto de estos trabajos se publicaron más de diez artículos científicos en revistas de alto impacto.


Hacia el final del doctorado “nuevamente aplique a becas internacionales y mediante ellas hice dos estadías de especialización de nuevas tecnologías de secuenciación en la Universidad de California San Francisco (UCSF). Con esta experiencia comencé a familiarizarme de lleno con la computación, tanto que decidí comenzar una especialización en ciencia de datos. Para ello nuevamente acudí a las becas, esta vez el organismo otorgante fue el Hospital Italiano de la ciudad de Buenos Aires. Gracias a ello cursé la Maestría de Data Mining en la Universidad de Buenos Aires”. También, por esos años gracias a una beca otorgada por el Ministerio de Ciencia y Tecnología hizo una diplomatura en periodismo científico auspiciada por la Universidad Pompeu Fabra y el mismo ministerio”.

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