Familias campesinas se ingeniaron para intercambiar semillas pese a la cuarentena


Con semillas de cada familia campesina puestas en una canasta, para poder intercambiarlas por otras, distintas especies de ese valioso bien nativo viajaron palmo a palmo por la provincia. El fin: seguir fortaleciendo las experiencias de los “guardianes”, tal la denominación de los agricultores misioneros que siguen revalorizando el alimento sano, seguro y soberano.

La actividad se enmarcó, entre otras acciones impulsadas, para celebrar la Semana Continental de la Semilla, fecha que sirve como excusa de encuentro para poner en común las necesidades y desafíos del momento.

La celebración local tuvo mucha mística, incluso inesperada por la cuarentena, pero que sin embargo no frenó el intercambio anual que, desde fines de los ‘90, se denomina “Encuentro Provincial de Semillas Nativas y Criollas”.

El viaje de más de 300 kilómetros, comenzó en Iguazú el domingo 26 de julio y concluyó en Posadas el viernes 1 de agosto. Fue todo un ritual, pero sin dejar de lado las medidas biosanitarias tomadas para evitar la propagación del COVID-19.

Las semillas fueron recorriendo distintas localidades para celebrar el intercambio, ya que de eso se trata, según explicó a “El Aire de las Misiones” (89.3 FM), el presidente de la Red de Agricultura Orgánica (RAO), Gerardo Segovia.

“El movimiento semillero que se llevó adelante en articulación con otras organizaciones de productores y trabajadores de distintos ámbitos; se trata de un evento de trueque para no perderlas e inclusive para agregar diversidad a la producción de las chacras”, sostuvo.

Segovia remarcó la importancia del evento en vista de que “las semillas campesinas están muy amenazadas. En los últimos 100 años se perdió casi el 70% de la biodiversidad que están en la madre tierra”, denunció.

“No es casual esta pandemia, el virus no es el enemigo sino que es el síntoma de un modelo extractivista que no tiene ninguna piedad por la biodiversidad y que ha expulsado a miles de campesinos de la ruralidad a las ciudades”, agregó.

“Esto es algo que trae aparejado un debate en las políticas públicas para proteger al último remanente de la selva paranaense que está en Misiones. Brasil erradicó su biodiversidad lo mismo que Paraguay. Estamos cercados por el monocultivo y nos parece importante que las organizaciones campesinas sigan teniendo su semilla y también exigir, discutir, analizar qué provincia y qué país queremos”, reclamó durante la charla.

El presidente de la RAO explicó, por otra parte, que en estos momentos se está discutiendo un plan estratégico y “tiene que ver con las políticas que se van a llevar de acá a quince años en la industria de lo alimentario”, deslizó.

 

Eventos simbólicos

La festividad no se trata de vender semillas sino de intercambiarlas entre los productores en función de lo que quieran y necesiten.

Explicó Segovia: “Por el contexto pandémico, se descentralizó para no llevarlo adelante en un encuentro masivo. En localidades donde se recibió la canasta se realizaron pequeños eventos simbólicos”.

Generalmente se celebra entre campesinos pero la festividad también incluye a los vecinos que poseen semillas, por ejemplo de aromáticas que sirvan para ahuyentar bichos en la huerta.

El enfoque más importante es para la agricultura, pueblos originarios o campesinos, que plantan en pequeñas cantidades y mantienen la variedad en la chacra.

“La dinámica pone en agenda el peligro que están corriendo nuestras semillas y exigir que se cumpla la ley de semillas porque es vida, identidad y cultura”.

Indicó Segovia: “En el intercambio se produce algo que los campesinos llaman la ganancia para todos. Nadie pierde en el intercambio. Todos ganamos, entonces nos parece fundamental la vivencia de que otra economía es posible”.

 

Cantos, bailes, rituales y mística

Entre finales de julio y la primera quincena de agosto ocurre un ciclo en la naturaleza en la cual se juntan varios elementos muy importantes para la soberanía alimentaria para la biodiversidad y para la naturaleza en su esplendor, a saber: el 26 de julio es el día de la Patrona de los Sembradíos y todas las familias, guardianas y guardianes de semilla la hacen bendecir para compartirla.

El 1 de agosto es el Día de la Pachamama de la madre tierra y estos se juntan con las campesinas y campesinos para que intercambien gratuitamente sus semillas. Estos acontecimientos se vivencian como una etapa de mucha reflexión para la soberanía.

“En este contexto mundial de pandemia está en juego la nutrición y nos preguntamos ¿quién alimenta al mundo? ese es un elemento clave. O lo alimentan los agricultores o las grandes corporaciones que tienen menos de 100 años y la historia de los pueblos campesinos tiene 12 mil años de conocimiento, sabiduría sobre la semilla”, dijo a PRIMERA EDICIÓN Mayra Gimenez, integrante del movimiento de agricultores.

Durante la charla, Gimenez analizó la importancia de sembrar semillas nativas y criollas “que son patrimonio de los pueblos”, enfatizó.
Su colega, Silvina Zimmerman contó algunos aspectos de la feria de semillas, la cual, según dijo tiene una historia muy larga en la provincia “ya que fue surgiendo como una necesidad muy grande porque el productor nos manifestaba que no querían perder sus semillas”, recordó.

“A mediados de los ‘90 ya veíamos venir una época compleja en las chacras la cual sucedió. No obstante todo eso, en 1997 se realizó la primera feria de semillas. El proceso continuó fortaleciéndose hasta la fecha. En esta ocasión, por la pandemia cumplimos nuestro ritual pero con todas las medidas”, destacó.

Como parte del evento de este año se realizó una feria de productos agroecológicos en la sede de ATE donde participaron productores de la zona donde se comercializan bolsones solidarios de verdura y desde las organizaciones para abastecer huertas y comedores.

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