Piñeiro Iñiguez: “Quizás el problema del Gobierno es más serio que el económico”


Argentina transita con sobresaltos sociales una de las etapas de una crisis que será emblemática y que no encuentra antecedentes en línea histórica nacional.

Los problemas surgen a diario en todos los frentes y el Gobierno parece no encontrar una vía de salida para cortar la inercia de la crisis.

La falsa sensación de reactivación que pretende instalar el Gobierno impide una real visión del estado de las cosas y, por tanto, soluciones de fondo.

El economista José Piñeiro Iñiguez (MBA de la Universidad de Harvard y exvicepresidente del Citibank) contextualizó y brindó respuestas a los problemas coyunturales y también a los históricos. Porque, vale decirlo desde el principio, el drama actual es consecuencia del devenir, del camino mal recorrido y de la todavía inexplicable inexistencia de una hoja de ruta.

 

La economía sigue en terapia…

Argentina es un paciente al que le encanta la terapia y se maneja bien en ella. Claramente el acuerdo por la deuda no soluciona todo. Lo de la deuda es un paso importante, pero no suficiente.

Había que saltar el escollo de refinanciar de la mejor manera posible, pero con el transcurso del tiempo ya no fue así, sino que había que cerrar de alguna manera y por suerte se hizo, se pasó ese momento y se difirió el tema hacia más adelante. La gente piensa que el tema está solucionado, pero no es así.

En su refinanciación la deuda tuvo enormes problemas de plazo, es impagable dentro de tres años. Hubo errores de ingeniería financiera, refinanciar no es cambiar un bono por otro o bajar la tasa de interés, o postergar el plazo. Argentina tuvo que hacer valer otros instrumentos que le dieran otro tipo de apalancamiento.

 

¿Qué significa?

Argentina no es generadora de dólares, entonces debe buscar alternativas. Poner en el medio de esos bonos otros bonos, ir a un esquema de participación compartida de capital, muchos instrumentos que debieron utilizarse.

La deuda tuvo un problema de costo porque al diferirla por siete meses costó 16.000 millones de dólares más y esto para un país que no tiene dólares es la dimensión desconocida. La deuda, lejos de estar solucionada, está diferida.

Es bueno que haya pasado en este momento, pero no genera más liquidez que es el problema que se avecina.

 

¿Cómo afectará a la estructura económica la permanente sangría de dólares que mensualmente se van para tenencia?

Por estos días la calificadora de riesgos Moody’s decía que la deuda argentina en el 2025 es impagable y que se irá a una refinanciación. A pesar de ello recalificó la deuda de DDD (la última categoría) y la puso en CCC+ (dos escalones más arriba). Estamos en el en penúltimo escalón y para llegar a la cima quedan como 22 escalones. La nueva calificación implica que antes estábamos fuera del mundo. Cuando estás en una CCC significa que está “current”, que sos pagador de la deuda, el mundo percibe que en algún momento las vas a pagar. Pero esto no significa que los mercados financieros estén abiertos para vos.

Argentina no tiene el ratio de liquidez necesaria como para poder acceder a nuevos préstamos que serían lo que podrían subsanar la carencia de dólares.

Argentina va a vivir con lo que tiene en el Banco Central de la República Argentina que justamente no es mucho si hablamos de libre disponibilidad. Aproximadamente 4.000 millones de dólares.

Esos 4.000 se incrementan producto de las exportaciones y se reducen por importaciones y también por esos 200 dólares que se permiten comprar mes a mes. Eso implica una gran inestabilidad para el Banco Central. Al mismo tiempo eso predice que hay que hacer otro tipo de cosas para torcer el rumbo. La economía necesita otro tipo de medidas que la encuadren en algún esquema. Hoy no lo tenemos y esto es tener un nuevo modelo de mercado de cambios.

 

¿Cómo explica el mundo económico la permanente recurrencia de la gente a comprar dólares para ahorro?

En parte es un problema de confianza. La gente confía en el dólar porque piensa que no perderá su valor. Otro grupo lo hace porque compra el 1 de cada mes y cinco o seis días después los vende en el mercado paralelo y le saca cerca de 5.000 pesos de utilidad que son un sobresueldo.

 

¿Puede un país medianamente serio vivir en ese esquema?

Claro que no. Es imposible. La gente debe tener ingresos producto de su trabajo. Hoy lo hace porque a la economía le faltan cosas que son conceptuales.

Hay que ir a lo básico. La economía son muy pocas cosas ordenadas. Si la definición es cualquier acto económico que está dentro de un marco político y social, de confianza y transparencia. Hoy esto es altamente inestable.

Si en ese marco demandás dólares entonces estás demandando una reserva de valor. Argentina tiene un problema de origen, desconoce lo básico.

 

¿Qué factores concretos hacen a la economía política?

Son cuatro. La transparencia, que hoy es escasa. La confianza, que hoy es nula. El control, que hoy está desarticulado porque se toman medidas inconexas. Y el cuarto es la estrategia, un camino crítico para que la economía transite una ruta, y la estrategia hoy es deficiente.

 

¿Qué ocurre cuando no se manejan estos cuatro factores?

Hay consecuencias. Una es la economía inestable, de alto riesgo. La segunda es que Argentina es riesgosa, ser CCC no le pasa a un país serio. Otra consecuencia es vivir en el permanente caos, lo vimos estos días con los docentes, los policías, médicos. Otra es la inmediatez, Argentina vive día a día y en poco tiempo vamos a vivir hora a hora.

Todas son consecuencias de actos erróneos que, al mismo tiempo, atraen costos que también son cuatro: déficit, inflación, desempleo y la falta de crecimiento. Tenemos los cuatro en grandes índices. El déficit es del 8,5% del PBI. La inflación será de entre 40 y 50 puntos. El desempleo a fin de año será del 15%. Y la falta de crecimiento es un PBI de entre 13% y 14% negativo para este año.

 

¿Qué se necesitaría para corregir todos estos valores?

Un estadista, un político que deje de pensar en las próximas elecciones para pensar en las próximas generaciones. Necesitamos también una visión de país para establecer una estrategia que nos diga dónde nos instalamos en el mundo y, en ese contexto tener un plan.

Y si bien al Presidente (Alberto Fernández) no le gustan, tendrá que tener uno. Ser presidente fue una elección, no los fueron a buscar a la casa para obligarlo a ser presidente. Estas cosas que la economía necesita generan acciones directas como el trabajo, la riqueza, el crecimiento y el ahorro, cuatro cosas que Argentina dejó de tener hace ochenta años.

Eso es la base de la riqueza de las naciones. Sólo así vas a ser un país creíble, confiable, sostenible y próspero.

Cuando se habla de ser sostenible, como casi siempre lo hace el ministro Martín Guzmán, sin tener todas las demás condiciones es como estar en Alicia en el país de las maravillas, una fábula.

Pero cualquiera de nosotros, aunque no sepamos de economía, algo intuye, sabe que algo no encaja y hace algo respecto para evitar el riesgo. No se puede ser sostenible sin las demás condiciones.

 

¿Un ejemplo?

En tres días vamos a recibir en el Congreso el proyecto de presupuesto, la ley de leyes, la ley madre que te va a marcar el camino. Argentina toma el presupuesto como una mera formalidad, la papeleta que se debe aprobar y listo. Guzmán hizo un esfuerzo y estableció un presupuesto.

La primera reflexión al respecto es, nuevamente, Alicia en el país de las maravillas. El ministro vive en una realidad diferente, una casa de cristal bajo un cono de silencio y estableció arbitrariamente una serie de números desconociendo lo que pasa en la calle, cosas que sabría con tan sólo bajar de su oficina y escuchar.

Establece pautas increíbles, habla de una recaudación fiscal creciendo al 44% con una inflación al 28%, como proyectando que a la gente le va a sobrar dinero para pagar más impuestos ¿Acaso alguien puede pensar que eso puede ocurrir?

Pero en función de eso él piensa que le van a sobrar recursos para poder bajar el PBI a 4,5%, un logro increíble para el estado de las cosas. Pero si así fuera incluso significaría que estamos quebrados.

Lo de la inflación es improbable desde todo punto de vista. La de este mes será 50% más alta que la del mes anterior, rondará el 2,8% y en los meses siguientes irá al rango de 4% a 5% y ahí se mantendrá.

Lo venimos diciendo desde hace meses, advertimos una y otra vez que la emisión será de 3,5 billones con un déficit de 3,2 billones. Los pudimos hacer por cosas que fuimos viendo a lo largo de las semanas y que, finalmente, implosionaron estos días con las crisis policiales, de docentes y de salud. Todos demandan algo, dinero, mayores sueldos y es lógico porque cobran sueldos bajos.

Todo esto se pagará, todas estas presiones tendrán que pagarse en valores que no son menores.

La emisión monetaria para cubrir el déficit viene creciendo en valores cercanos al 80%, los salarios crecerán entre 30% y 40%, la policía demanda 56%, los que ya arreglaron 20% reclamarán otro aumento porque estiman que la inflación subirá.

En este contexto no crece el tipo de cambio y la teoría económica dice que todos los valores que crecieron diferencialmente se igualarán en el valor más alto.

Bajo este contexto el tipo de cambio generará un atraso tal que habrá que ajustar al porcentaje más alto, es decir la emisión monetaria. Eso nuevamente generará una inercia inflacionaria, con lo que pensar que el IPC del año que viene será del 28% equivale a pensar que Superman existe.

Otro dato del presupuesto es la inversión pública que, dice el ministro, será del 18% mientras hoy es del 11%. Un país del tamaño de Argentina precisa de inversiones del 25%, China registra una inversión del 45%.

Es decir, la proyección del ministro sigue siendo baja.

Otro rubro es el crecimiento que, dice el ministro, será del 5,5% el próximo año. Este año vamos a decrecer 14% tal y como lo adelantamos meses atrás. Él va a recuperar el año que viene 5%. La diferencia de pérdida es enorme, incluso el crecimiento será menor al proyectado por Guzmán.

El escenario es un dibujo, existirá un presupuesto que dista enormemente de ser un plan.

Hoy se justifica el escenario con la pandemia. Pero en el 2021 de quién será el problema.

 

¿El problema es sólo económico?

Debemos empezar a entender que quizás el problema es el ministro, o la falta de un plan, también de un estadista. Quizás el problema del Gobierno es un poco más serio que el económico.

Quizás el problema es que está tan fraccionado entre distintos políticos de diversa ideología como Sergio Massa, Alberto Fernández y Cristina Kirchner que no llegan a aunar una fórmula, un plan homogéneo pensando en los próximos cinco años.

Quizás hay algunos que quieren manejar la economía en el corto plazo, como Massa, pensando en las elecciones del próximo año y no en las próximas generaciones de argentinos.

 

¿En Qué lugar de la historia nos perdimos tanto?

Aprovechando que fue el Día del Maestro, decía Domingo Sarmiento en 1870 sobre la prensa: “No son sólo unos tipos de plomo, es la virtud que se exhala en las palabras”.

Cuando explicamos algo a la gente debemos ser lo suficientemente claros para que se entienda lo que pasa en la calle y lo que va a pasar para que la gente pueda anticiparse y reducir el impacto.

Es bueno recordar cómo se construyó el país, quizás eso ayude a pensar por qué perdimos el rumbo en las últimas décadas. Esta situación que hoy vivimos estaba muy clara en ese entonces.

Cierro con una reflexión que también hizo Sarmiento en 1871 cuando terminaba su gobierno: “Cuando haya un Gobierno culto y ocupado de los intereses de la Nación, con la navegación libre que daría movimiento y vida a la industria del interior, las provincias sacarían provecho de sus respectivas prácticas económicas para salir de la inacción, arquetipo de la barbarie”.

En estas palabras hubo una visión de país que no se pensó para el momento sino para el futuro. Se pensó en llevar, con Nicolás Avellaneda como ministro de Educación de mil alumnos a cien mil en su gobierno.

Se tenía una visión sobre que a través de la navegación y los puertos las provincias iban a poder desarrollarse para tener una economía libre y próspera y salir de la barbarie que se vivía en aquel entonces.

Pasaron todas estas décadas y hoy estamos sumergidos en provincias pobres, gobiernos federalizados que le sacan a uno para darle a otros, provincias que no pueden generar su propia riqueza porque falta la visión de un país integralista para todos que hoy no existe.

Antes de ver si se abre o cierra el cupo de los 200 dólares, alguien debería reflexionar junto a nuestro Presidente y decirle que se tome un tiempo para pensar el país si quiere quedar en algo parecido al bronce.

De otra manera quedará sumergido en el barro, tapado por el día a día, por olvidarse de pensar en las próximas generaciones.

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