“Si el presente se trata de juzgar el pasado, es probable que nos quedemos sin futuro”


Fue, decididamente, otra mala semana para la economía con pésimas señales del Gobierno que profundiza la desconfianza de la gente. El economista José Piñeiro Iñiguez (MBA de la Universidad de Harvard) se refirió a esto y otros temas en “Aire de Sábado”, por la FM 89.3 Santa María de las Misiones.

 

¿Por qué el presidente Alberto Fernández debe aclarar que no está pensando en un corralito?

Porque particularmente este Presidente comete el error de hablar demasiado con mucha frecuencia. Habla demasiado, participa demasiado e interviene demasiado en cosas que no debería.

Él representa al Poder Ejecutivo, debe hablar a través de los hechos y no quedarse en la dialéctica de las palabras. Habla de muchas cosas que desconoce porque se mete en terrenos técnicos sin estar previamente muy asesorado en países como Argentina, con alta inestabilidad, que muta semana a semana principalmente por las palabras de la gente que integra el Poder Ejecutivo.

El Presidente debería analizar el contexto, por qué llegamos hasta acá.

 

¿Y por qué lo hicimos, cómo llegamos hasta acá?

El problema inicial es que no tenemos un diagnóstico correcto. Todos sabemos que Mauricio Macri hizo un mal gobierno, quizás el peor Gobierno de la historia de la Argentina, pero ese diagnóstico es algo bastante parecido a un inventario, saber dónde estamos, por qué llegamos acá y qué cosas hay que corregir.

El segundo error que comete el Presidente es subestimar el problema que recibió y en el que nos introdujo, que no es menor, quizás el problema más grave que tendrá la historia económica argentina.

El tercer error es la carencia de un plan. Le pareció que era algo sencillo el momento que le tocó.

Después cometió errores políticos. La alianza con la que llegó al Gobierno es excesivamente atomizada, repartió el poder como si fuera un kiosco.
Esto trae como consecuencia no tener gente afín en los distintos estamentos de la política ejecutiva.

Tiene, además, horrores de comunicación. Todos dicen lo que se les ocurre en el momento y la gente se aterra y toma medidas en función de lo que escucha. La comunicación debe ser unificada. Lo vemos todos los días en todos los ámbitos.

Hay también un desconocimiento técnico y las personas elegidas viven como si gestionaran un país como Suiza, pero Argentina es un incendio y para un incendio necesitamos tipos que sepan sobre el manejo del agua. No tenemos esos tipos, sino gente que en el mejor de los casos tiene buena voluntad.

Y también deberíamos tener algo parecido a un comité de crisis. El país atraviesa una situación parecida a una guerra y en esas instancias los países forman comités de crisis.

Esto no es problema solo de la pandemia, sino también de las malas decisiones.
Todo esto trajo consecuencias que se ven en la calle. Percibimos que los ciclos económicos se aceleran. Notamos que día a día la inflación, las noticias, la crisis se acelera.

La desconfianza es cada vez mayor y cada uno trata de tomar sus medidas para quedar a salvo, pero la ola nos lleva puesto a todos.
Tenemos además un contexto de inseguridad jurídica enorme. Argentina se caracterizó siempre por ese problema y hoy está sobre todo agudizado.

 

¿Qué sucede a partir de ese contexto?

Que el crecimiento es negativo. Desinversión, gente que hace la valija. Eso trae aparejado pobreza y desempleo que hoy ya son altísimos. Lo triste es que dentro de cuatro meses vamos a tener más pobreza y desempleo que hoy.

Alguien debería hablar con el Presidente y decirle que reflexione porque si el presente se trata de juzgar el pasado, es probable que nos quedemos sin futuro.

Vamos hacia ese camino, hacia un país inexistente, de no saber cuál es nuestro lugar en el mundo. Deberíamos pensar un modelo de país corto, un futuro austero, preparar a la gente para un esfuerzo grande. Y deberíamos aprender de estos últimos ocho meses que este no es el camino a transitar.

Es el momento de cambiar porque las consecuencias de seguir por esta senda serán de un tenor desconocido hasta el momento.

 

 

¿Qué pasó en la semana con la venta de dólar ahorro?

El dólar en sí mismo no es un problema. El dólar es el mismo hace 250 años y seguirá siendo así. El problema es el peso argentino.

Los países tienen monedas y las monedas tienen tres características: deben ser moneda de cambio para transaccionar; deben ser referencia de valor; y deben ser reserva de valor, una unidad de ahorro.

Hoy la gente ahorra en dólares con lo cual dejó de ser una reserva de valor. La de referencia es difusa porque un kilo de pan vale 90 pesos, pero un departamento 20.000 dólares. Argentina tiene un problema con sus pesos, es apenas una moneda de cambio para hacer transacciones. Ese es el problema.

 

¿Cómo llega a tener ese problema con los pesos?

Argentina es una sociedad que permanentemente gasta más de lo que tiene y siempre gasta en pesos. Como tiene una fábrica mete al sistema pesos y más pesos, la cantidad que haga falta.

Entonces el cálculo de tu moneda está en función de ese dinero emitido y el respaldo de esa moneda en el Banco Central en algo sólido y constante, oro o dólares y hay una relación entre las reservas y el circulante.

Lo que hacen todos los gobiernos y hoy más que nunca, es emitir lo necesario, pero debe haber un plan posterior para rescatar esa emisión una vez que se cumplió el objetivo, pero aquí no pasa, se emite permanentemente y la moneda va perdiendo valor.

Así la gente empieza a perder la confianza en la moneda y quiere tener sus ahorros en dólares. Entonces al Estado le empiezan a escasear porque no los puede emitir, solamente los tiene a través de las exportaciones que, bajo esta política económica, son pocos.

Argentina es un productor de dólares natos porque es un exportador de alimentos, pero para que esos dólares puedan ingresar debe haber una política económica y dentro de ella una política cambiaria que aquí claramente no existe. Así transitamos nuestros días de penuria en penuria.

 

Algunos economistas impulsan el cambio de moneda…

Existen muchos que tiene un disfraz de plomero y se paran en la puerta del Titanic.
Argentina es el Titanic y hay muchos economistas conocidos que ya pasaron por el Gobierno que siempre están dispuestos a “ayudar”.

En realidad, toman el Gobierno como una unidad de saqueo. Argentina debería poner en los puestos a verdaderos profesionales y que se los mida por sus méritos.

La meritocracia es muy buena a pesar de lo que dice el Presidente y el Gobierno debería estar integrado por los mejores, no por sus amigos.

Hasta que eso no pase tendremos estos problemas. Si mañana cambio el peso y saco ceros y emito más voy a tener el mismo problema.

Acá la crisis es de fondo, hay que arreglar las cosas desde su origen. Los funcionarios del Gobierno nos piden ahorrar en pesos y no entienden por qué las propiedades se venden en dólares, pero ellos ahorran en dólares y venden sus casas en esa misma moneda. Deberían predicar con el ejemplo.

Argentina está repleta de incongruencias y sus funcionarios son los primeros en incurrir en ellas.

Resulta que el ministro de Economía (Martín Guzmán) va al Congreso de la Nación para presentar el Presupuesto del próximo año, la ley madre del Estado, y le dice al Presidente de la Cámara (Sergio Massa) “voy a sarasear un rato”… ¿Qué puede pensar la gente, el ciudadano común cuando ve este tipo de cosas?

Y a mí no me aterra tanto que diga eso, sino que el Presidente de la Cámara no diga nada en ese momento.

Esto es de terror, no tenemos la gente adecuada en el lugar adecuado.

 

¿Están previstos cambios en el gabinete?

Hoy Economía está dividido en dos, por un lado, el ministro que durante ocho meses se dedicó a la deuda externa mientras nadie se dedicó a la macro; y por el otro el fulano del Banco Central (Miguel Pesce) con los problemas de estos días. Recordemos que fue el hombre que dejó parados durante horas a nuestros abuelos para cobrar durante la pandemia, y nada pasó al respecto.

Ese señor está dirimiendo cómo se comprarán los 200 dólares, pareciera que tenemos que tener un grupo sanguíneo especial.

Necesitamos gente que administre la crisis, Argentina no está de veraneo, necesitamos a gente que haya pasado por el mercado financiero internacional, que esté acostumbrada a intercambiar flujo financiero y que haya tenido una experiencia exitosa, un currículum y no un prontuario.

Hoy solo hay burócratas que sólo fracasaron. Por eso seguimos hablando de pobreza y de crisis. Estos funcionarios que están hoy integraban el Gobierno ya en 2011 y 2013. No son personajes nuevos, pero no aprendieron de la experiencia pasada.

Quizás el Poder Ejecutivo debería contemplar buscar otras formas porque sigue haciendo lo mismo.

 

Con el nuevo esquema de venta de dólares que comenzaría a funcionar esta semana, ¿se pueden esperar cambios?

En un panorama de desconfianza respecto de las políticas económicas que toma el Gobierno y, por ende, del país que espera para los próximos meses, la gente tratará de salvar sus muchos o pocos ahorros y recurre a una moneda más o menos estable. Pero la situación cambiaria de Argentina es insostenible.

Argentina hoy no tiene reservas internacionales porque las malgastó o las fugó y para poder seguir en este esquema necesita nuevas fuentes de ingreso que no van a surgir en esta política cambiaria de múltiples tipos de cambio. Dólar hay uno solo y su valor debería ser uno solo, el dólar libre. Porque hay que entender que la gente trata siempre de manejarse en libertad. Libertad es el criterio que deberíamos usar para manejar todos nuestros actos.

Albert Camus decía sobre la libertad que “no es más que la oportunidad de ser mejor”. Esto lo deberían saber los gobernantes. Debemos entender que si una sociedad libre no puede ayudar a los muchos que son pobres, no puede salvar a los pocos que son ricos.

De este berenjenal en el que estamos no me salvo si me voy a vivir a Uruguay o fugo mis capitales a Estados Unidos. Estamos enraizados en Argentina y de esto no nos salvamos individualmente. Los gobernantes y nosotros debemos pensar que la salvación será colectiva en función de tomar las medidas correctas. Cuando estas medidas correctas las llevamos a la órbita tipo de cambio, no habrá milagros la semana que viene. Si una persona podrá comprar 200 dólares, 150 o 50 no se va a salvar.

Probablemente nos salvemos como sociedad si reflexionamos en tener un tipo de cambio adecuado para que los exportadores puedan generar la riqueza y los dólares necesarios que la economía en crisis va a necesitar para aplicar en pesos y no tener que seguir emitiendo dinero infinitamente, lo que nos llevará a una crisis todavía mucho mayor.

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