
El 2 de junio se conmemoró el Día de Acción por los trastornos de la conducta alimentaria (TCA), una fecha que invita a reflexionar que detrás de conductas como el ayuno intermitente, el conteo obsesivo de calorías o el ejercicio compulsivo, pueden esconderse problemáticas más profundas vinculadas con la autoestima, la salud mental y los mandatos sociales sobre el cuerpo ideal. Los TCA afectan cada vez a más jóvenes y adolescentes, muchas veces sin que su entorno lo advierta a tiempo. En diálogo con FM 89.3 Santa María de las Misiones, la nutricionista Florencia Córdoba analizó las señales de alerta, los nuevos tipos de trastornos y la importancia de un abordaje integral.
Córdoba remarcó que los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) siguen siendo una problemática vigente y muchas veces invisibilizada, y además explicó que, aunque los casos más conocidos son la anorexia y la bulimia, existen otros como la vigorexia, que implica una fuerte compulsión por compensar lo comido con actividad física intensa. “No se trata de hacer ejercicio para estar saludables, sino para quemar todo lo que se consumió, como si fuera una culpa”, remarcó.
Consultada sobre el ayuno intermitente, aclaró que no es un trastorno en sí, pero sí puede convertirse en la puerta de entrada para un TCA. “Cuando un adolescente empieza con prácticas como el ayuno o el veganismo sin una guía adecuada, puede derivar en una obsesión peligrosa”, advirtió.
Según explicó, la detección temprana comienza en el hogar. Es importante estar atentos si un hijo deja de comer algunas comidas, se obsesiona con su apariencia física o se encierra después de comer, ya que podrían estar atravesando un TCA.
En esos casos, la intervención debe ser integral, con el acompañamiento de nutricionistas, médicos clínicos, psicólogos y en algunos casos psiquiatras. “Hay trastornos que elevan los índices de mortalidad. Incluso pueden ser letales si no se tratan a tiempo”, subrayó.
Finalmente, destacó que en muchos casos los TCA están ligados a otros padecimientos como la depresión o la baja autoestima.
“A veces el problema no es con el cuerpo, sino con una herida emocional que se manifiesta a través de la comida”, expresó.
Obsesiones disfrazadas de hábitos saludables
“No todos los cambios en la alimentación son trastornos, pero la obsesión sí lo es”, aseguró Córdoba. En ese sentido, destacó que algunas personas llegan a pesar cada comida, contar calorías compulsivamente o evitar eventos sociales para no tener que comer fuera de su control.
También alertó sobre quienes hacen un cambio radical en sus hábitos -como volverse vegetarianos o dejar de comer harinas- no por salud, sino por una obsesión con el cuerpo o con adelgazar. “El tema no es cuidarse, sino cuando se vuelve una obsesión con pensamientos intrusivos y validación constante a través de la imagen”, explicó.
Los riesgos de las dietas estrictas y el rol de los profesionales
López marcó una diferencia clave entre los nutricionistas que trabajan con planes flexibles y aquellos que refuerzan los TCA con indicaciones rígidas. “Hay profesionales que indican 15 gramos exactos, cucharitas medidas, y eso puede profundizar el problema. Hay que ser cuidadosos y acompañar desde otro lugar”, planteó.
No es solo una cuestión de peso
Para Córdoba, es fundamental romper con el modelo pesocentrista que domina muchas prácticas de salud y que refuerza la idea de que “estar flaco es igual a estar sano”. La especialista sostuvo que el peso es apenas una dimensión de la salud, y que muchas personas que bajan de peso con métodos extremos siguen teniendo altos niveles de colesterol, azúcar o deficiencias nutricionales.
En esa línea, fue muy crítica con el uso de pastillas o inyectables para adelgazar: “Pueden funcionar, pero muchas veces hacen mal y no abordan el problema de fondo”, alertó.
La importancia de pedir ayuda y cambiar el chip social
Reconocer un trastorno es difícil, pero necesario, explicó Córdoba. Cuando una persona deja de disfrutar de su vida cotidiana, evita encuentros sociales por temor a comer o se obsesiona con la balanza, es momento de pedir ayuda profesional. Además, recomendó seguir a referentes en redes que promuevan una alimentación no pesocentrista y mensajes positivos sobre el cuerpo.
“Venimos con un chip instalado que hay que romper. La obsesión por la delgadez nos está haciendo daño”, concluyó.
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