“Misiones en particular tiene una historia del uso cultural de plantas como medicina”


Argentina es un país con muchos recursos florísticos: aproximadamente, de las 10.000 especies que crecen en el territorio, el 80 por ciento contiene principios activos con fines terapéuticos. Si bien en el ámbito científico se investiga mucho al respecto, ese conocimiento adquirido aún no tiene el lugar que merece en la práctica médica diaria.

Renee Fortunato es investigadora principal del CONICET y del INTA Castelar, además de docente de la Universidad de Morón (Buenos Aires). En diálogo con el programa “Aire de Sábado” por FM 89.3 Santa María de las Misiones, aseguró que “Hay poco más de 10 mil especies de las cuales hay registros del uso medicinal de más del 80%.

Hay que aclarar algo muy importante: para la medicina tradicional, más del 80% de los activos viene de las plantas. Pensemos que la aspirina viene del sauce. Así también en la cosmética y, por ejemplo, los espirales que vienen del palo santo que no hay en Misiones pero sí en otras regiones del país”.

La doctora Fortunato es taxónoma (ciencia que se aplica en la biología para la ordenación sistemática y jerarquizada de los grupos de animales y de vegetales). Pasó una década de su niñez en Misiones por razones de trabajo de su padre pero, de manera habitual antes de la pandemia, venía a la tierra colorada para estudiar las especies naturales de la provincia.

Así, destacó que “Misiones en particular tiene una historia como muchas otras provincias, de un uso cultural de las plantas como medicina, desde el punto de vista de los grupos étnicos que todavía las siguen utilizando, en especial donde no es posible contar con un médico en forma directa”.

“Es importante decir que en el año 2000, hubo un proyecto interesante llegado desde Italia para el desarrollo de plantas medicinales ya sean nativas como plantas introducidas. De ahí salieron tres productos que se consumen en Misiones: la caléndula, el ambay, y la cangorosa”, explicó.

En ese sentido, agregó Fortunato que “nosotros utilizamos la medicina tradicional y la etno-botánica de distintos orígenes -tanto de los grupos originarios de Misiones como de los que llegaron desde distintos países- que trajeron y utilizan las especies según su acervo cultural”.

Especies para enfermedades

Respecto a la fitomedicina, Renee Fortunato dijo que “esa otra medicina no tradicional siempre está en estudio pero no en introducción, sacando las plantas que mencioné en Misiones. Por eso la propuesta (de este grupo científico de investigación) es desarrollar fitofármacos, que es un área de vacancia que la estructura gubernamental la tiene en vacancia y desde hace más de 10 años se trata de encontrar los principios activos para producirlas en el país”.

La doctora Fortunato, especialista en recursos florísticos con propiedades terapéuticas y titular de la cátedra de Botánica Morfológíca y Botánica Sistemática de la Universidad de Morón, señaló que en Argentina hay muchas especies que pueden utilizarse para tratar una amplia gama de enfermedades y sintomatologías.

“El tratamiento de la diabetes, puede verse complementado por el uso de las raíces tuberosas dulces del Yacón (Smallanthus sonchifolius). Este tubérculo, cultivado en las cercanías de la Cordillera de los Andes, contiene insulina y es utilizado como probiótico y edulcorante”.

Estudian la “pata de vaca”

Respecto a Misiones, mencionó otra opción: “Tienen otra planta ahí que la estamos estudiando, es la pezuña de vaca o pata de vaca, con propiedades contra la diabetes. Pensemos que hay dos millones de personas del tipo 2. Y se calculan seis millones para el 2030”, advirtió.

“La pata de vaca (Bauhinia forficata subsp. Pruinosa), que hay en Misiones, sus hojas tienen actividad hipoglucemiante y analgésica”, explicó la investigadora del INTA Castelar.

“En el caso de enfermedades respiratorias – puntualizó la experta – las hojas del Ambay y la Marcela (Cecropia pachystachya y Achyrocline saturoides) tienen efecto expectorante. Similares son los casos del árbol de Eucalipto y la Palta (Eucaliptus globulus y Persea americana) que, si bien son dos especies introducidas, tienen gran presencia en el país”.

Para las problemáticas infecciosas, Fortunato también destacó el uso medicinal de sustancias propias de plantas nativas: “La corteza del Quebracho Colorado chaqueño (Schinopsis balansae), o las hojas del Aguaribay (Schinus molle) tienen propiedades muy beneficiosas para este tipo de enfermedades”.

La especialista pidió “tener cuidado con lo que se vende. En muchos lugares, como las herboristería, muchas de las plantas que dicen que hay en la bolsita no es la especie. Hemos hecho en Buenos Aires evaluaciones de lo que venden farmacias y dietéticas y, por ejemplo, el tilo que se vende es el de la calle que no sirve sino que es un placebo. Igual la malva. Y no hay control porque no hay legislación para controlar”.

10.000

son las especies de las cuales hay registro en la Argentina de su uso medicinal y de las cuales en un 80% hacen su aporte a la medicina tradicional.

Renee Fortunato Investigadora Ppal. CONICET-INTA: “Tienen otra planta en Misiones que la estamos estudiando: es la pezuña de vaca o pata de vaca, con propiedades contra la diabetes. Pensemos que hay dos millones de personas del tipo 2. Y se calculan seis millones para el 2030”.

La explotación debe ir con la conservación

“Es importante señalar que la promoción de estos cultivos y de estos emprendimientos fitomedicinales, debe ir acompañada de estrategias de conservación de los recursos naturales, así como también del hábitat en el que está inmerso. Se debe implementar el Protocolo de Nagoya para el reconocimiento de los Recursos Genéticos a nivel territorial para conservarlos”, destacó la investigadora Renee Fortunato en FM 9.3 Santa María de las Misiones.

“De esta forma podría ser incluido para potenciar las economías formales regionales, pero manteniendo un desarrollo sustentable que permita una distribución equitativa de los beneficios económicos que genere el desarrollo de los fitofármacos”, concluyó Fortunato.

Para ejemplificar, contó el caso de la Jarilla (Larrea divaricata), una planta que está desde Jujuy hasta la Patagonia en zonas secas. “Se empezó a buscar porque tiene resistencia para combates fúngicos y se encontró que, en realidad, permite el crecimiento del pelo.

Se ha desarrollado algo más cosmético, un shampoo llamado EcoHair y empezaron a sacar del monte de San Luis y poblaciones aledañas que rindieron mejor.

Y empezó a faltar, por lo cual, debió firmarse un protocolo, el de Nagoya, que establece que el recurso genético es parte de la provincia donde el recurso crece; y que una explotación del recurso debe incluir un proceso de multiplicación y un beneficio a la provincia donde el recurso crece.

Ese beneficio es la conservación de la biodiversidad mediante estrategias como reservas, parques de protección y el fomento de la educación sobre la conservación porque la educación es una forma de conservación de nosotros mismos”.

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