Piñeiro Iñiguez: “La salida era eliminar esta multiplicidad de mercados existente”


La maniobra unilateral del Banco Central sobre el dólar dominó la semana y minó de desconfianza a la abatida estructura económica argentina. El economista José Piñeiro Iñiguez (MBA de la Universidad de Harvard) se refirió a esto y otros temas en “Aire de Sábado”, por la FM 89.3 Santa María de las Misiones.

 

¿A qué obedecen las últimas disposiciones respecto del dólar?

Principalmente a malas decisiones, algo que venimos planteando desde hace meses. Un día el Presidente despertó y dijo “no hay más billetes”.

Al mismo tiempo nos dio la razón cuando planteábamos que no había más de 3.000 millones de dólares de tenencias líquidas, cuando todos decían que había entre 8.000 millones y 10.000 millones y que iban a aparecer otros 8.000 millones producto de los nuevos bonos de la refinanciación.

En ese ritmo no podemos gastar los 1.000 millones que se llevaba la gente para hacer una diferencia y así fue que llegaron a esta medida, un cepo del cepo, un sobreimpuesto al que ya existía.

Cuando no podemos para vender se toman este tipo de medidas, pero la medida en sí es muy mala porque surge en el contexto equivocado, es un parche de otro parche, algo desarticulado que no forma parte de una estrategia.

En un país tan bimonetario como Argentina, uno de los ejes de la política económica debería ser la política cambiaria, porque a diferencia de lo que la gente dice o cree, a Argentina no le faltan dólares, el problema es el valor del dólar comercial para importaciones y exportaciones.

Pongo un ejemplo práctico. Un exportador vende su mercadería en el exterior, le pagan 100 dólares, él los ingresa al Banco Central y los cambia por pesos a 80, el oficial. Sobre esos 80 pesos le sacan las retenciones con lo que a su bolsillo llegan 55 pesos.

Cuando se da vuelta quiere cambiar ese dinero por dólares porque sus insumos están en dólar resulta que la moneda extranjera en la ventanilla ya cuesta 130 pesos.

¿Acaso alguno de nosotros haría eso con su patrimonio? No. Eso nos dice que hay un problema con el valor del dólar comercial.

 

¿Cuál sería entonces la posición de un inversionista con ganas de montar una empresa en Argentina?

Supongamos que va a poner un millón de dólares. Cuando ingrese al país ese millón le van a dar un equivalente en pesos a una tasa de 80 pesos por dólar. Si mañana quiere mandar utilidades, cerrar la fábrica o retirar su capital, sacaría su dinero al valor actual que es 140 pesos.

No hay que pensar mucho para darse cuenta de que ningún empresario americano, sudafricano o de dónde sea querrá ingresar capital en esas condiciones. Esto nos da la pauta de que con este tipo de políticas se cerrará el ingreso de dólares, tanto de argentinos como de extranjeros.

Solamente se ingresará la cantidad mínima para poder subsistir en el caso del exportador. En cuanto al inversor de capitales se queda donde está o va a Uruguay, Brasil, Chile, Perú, donde no hay estos problemas.

El importador obligatoriamente importará todo lo que pueda para tener stock a la espera de que el tipo de cambio se modifique. En momentos como este, de tanta inestabilidad, la gente escapa al peso, por eso recurre al dólar. Cuando no puede comprar dólares buscará algo parecido en mercaderías.

Es bajo ese círculo vicioso que el Banco Central toma medidas de este tipo. Lo llamativo es que nunca debió haber sido partícipe de este tipo de maniobras que sí debería tomar el ministro Martín Guzmán dentro de un contexto de política económica general para Argentina. A pesar de todas las críticas que le hacemos a Guzmán seguramente nunca hubiera participado de medidas como esta.

Esto seguramente traerá aparejado un nuevo fracaso, cuando se tenga que implementar la política correcta costará más porque la situación estará todavía más trabada.

 

¿Y cuál era la salida correcta?

Eliminar esta multiplicidad de mercados existente. Hoy tenemos un mercado exportador, uno importador con dólares oficiales para ellos, un dólar MEP, uno contado con liquidación, uno solidario, un blue. Lo que Argentina necesita primero es establecer una política económica y dentro de ella una política cambiaria.

Para eliminar las limitaciones que hoy tiene el Central con los recursos en dólares y para salir de este cepo del cepo, es necesario liberar el tipo de cambio exportador e importador que se adecuará a valores de entre 110 y 120 pesos. Esto permitiría al exportador liquidar con mayor velocidad, el

Estado cobraría más recursos por las retenciones y el importador se vería limitado. La economía se iría nivelando por sí sola. Lo que el Gobierno no ajusta, lo ajusta el mercado. Había dos posibilidades, ajustar por volumen o por precio, el Estado siguió ajustando por volumen y el blue subió a 145, entonces el mercado lo ajustó por precio.

 

¿Cuánto tiempo consiguió el Gobierno con este nuevo cepo?

Al tiempo que el Central ajustaba las restricciones aparecía el ministro Guzmán enviando el proyecto de Presupuesto al Congreso. Viven en dos mundos diferentes. El Presupuesto es para un jardín de infantes, no contempla ni lo indispensable para las necesidades del año próximo. A su vez, enfrascado en otra realidad, el Central pone estas limitaciones que durarán lo que dure el avance de la crisis.

Estas nuevas limitaciones y las frases de algunos funcionarios estos días asustan un poco. Cuando el Presidente dice que los dólares no son para guardar, o cuando desprecia el mérito asusta porque habla del contexto político en el que se desarrollará la economía.

Estos lineamientos, que salen de la cabeza de Mercedes Marcó del Pont quien es quien lleva la macroeconomía del país, van contra la libertad y contra la meritocracia. Pretenden achatar el conocimiento y el mérito de los habitantes de la Nación.

Me viene a la mente una frase de Descartes que en 1630 decía que el mérito es el sentido mejor repartido. Sin embargo, Fernández piensa que el mérito deber ser achatado y que va de la mano de la justicia con lo que si el reparto es desigual no es justo. Es como igualar a todos. Hablo de esto porque la economía se está desarrollando en ese marco político. La economía se basa en la toma de decisiones de gente en particular.

 

La inflación empieza a tomar ritmo… ¿cómo se proyecta el contexto social?

A través de su Observatorio de la Deuda Social, la UCA anticipa un poco el escenario que planteamos desde hace meses incluso con los mismos datos alarmante como los 950.000 puestos de trabajo perdidos por el mix de la pandemia y el estado económico de este año.

Tampoco hay que dejar de advertir y recordar que los dos últimos años del Gobierno de Mauricio Macri fueron los dos peores años de Argentina en su historia en términos económicos. Veníamos de un desastre y nos tocó la pandemia. Es grave cuando no se tiene un comando conocido.

El informe de la UCA dice que hay 18,5 millones de argentinos en la pobreza. Estamos a un milímetro de tirarnos por la ventana. También nos dice que hay cuatro millones de argentinos en la indigencia, casi el 10% de la población total.

Expresa también que la canasta básica de alimentos disminuyó en agosto 7,1%. Este año el PBI, que este año caerá entre 13 y 14%, está compuesto en un 70% por consumo. Si relacionamos los dos datos podemos anticipar que el PBI seguirá cayendo el año próximo.

Son datos que el Ministerio de Economía debería mirar con mucha profundidad. Los economistas en general no estamos para criticar la noticia de ayer o analizar el presente, sino predecir con éxito el futuro.

Para hacerlo hay que trabajar sobre modelos econométricos y sobre la política económica proyectada. El ministro interpreta la política económica del Presidente y desarrolla una política económica afín. Hoy no tenemos ninguna de las dos y vivimos a los saltos.

 

¿Y para el próximo año?

El PBI caerá este año por lo menos 13%. El próximo año, siendo optimistas crecerá, entre el 4 y el 5%, el neto de los dos años nos dará un negativo del 8%. El consumo caerá este año 19% y el con el crecimiento del próximo año no recuperaremos ni el 50% de esta caída. La inversión este año caerá 21%, el año próximo crecerá apenas 1%, esto acentúa el proceso de crisis. La inflación terminará este año sobre el 46% y el próximo será cercana al 55%.

El salario real caerá este año entre 9 y 10% y el año próximo seguirá cayendo en el orden del 3%. Ese escenario significa más pobres.
El tipo de cambio, en estas condiciones, cerrará este año en unos 105 pesos, con un blue en al menos 155 pesos.

El saldo comercial, que va de la mano del tipo de cambio, será de 19.000 millones de dólares este año, pero si liberáramos el tipo de cambio podría ser de unos 23.000 millones de dólares y en el 2021 podría ser de 26.000 millones de dólares. A la Argentina le falta una balanza comercial mucho más alta.

Todos esos índices están muy alejados de los proyectados por Guzmán en el proyecto de Presupuesto. Guzmán está en la onda Disneylandia o Festilindo con su Presupuesto.

 

¿Por qué no se libera entonces el tipo de cambio?

Argentina nunca tuvo que negociar con los acreedores para luego empezar a negociar con el Fondo ni a la inversa. Siempre debió tener antes un plan económico. Argentina debe diseñar un plan económico posible, un escenario viable y en función de eso negociar con los acreedores y el FMI. Ese sería el modelo correcto, con una hoja de ruta.

Como se hizo al revés, en el medio habrá una estampida de los índices de la economía. Un dato importante al final del día es el valor técnico del dólar en función de los activos y pasivos del Central, hoy es de 190 pesos. Eso nos da un parámetro del techo que tiene el dólar. Cuanto antes necesitamos una hoja de ruta que, decididamente, no es el Presupuesto presentado. La economía no irá por esa ruta.

El expresidente estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial, Franklin Roosevelt, decía que “la verdadera libertad individual no puede existir sin seguridad e independencia económicas. Los hombres necesitados no son libres. Las personas que tienen hambre, las personas que no tienen trabajo, son la materia prima de la que están hechas las dictaduras”.

Las crisis hay que tomarlas con importancia porque no se sabe dónde pueden derivar, esto es responsabilidad de los políticos que no encuentran la brújula.

Gandhi decía que “si hay un idiota en el poder, es porque quienes lo eligieron están bien representados”. La culpa también es nuestra. Los políticos nos vendieron una historieta, en la práctica dejan mucho que desear porque no abarcan las necesidades de la gente, la necesidad de progresar. El progreso viene con el crecimiento y el crecimiento se sustenta con trabajo, ahorro y educación.

La educación es lo que nos dará sustento para crecer. La educación con crecimiento es progreso sostenido. Los gobiernos no nos están dando esto, piensan en la próxima elección y no en las próximas generaciones.

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