“La Argentina debería prepararse para salir de estos últimos 40 años caóticos”


El economista José Piñeiro Iñiguez (MBA de la Universidad de Harvard) analizó en “Aire de Sábado”, por la FM 89.3 Santa María de las Misiones, las alternativas que tiene el gobierno para salir de la crisis y evitar errores del pasado.

 

El presidente Alberto Fernández dijo en Misiones que no habrá devaluación, ¿qué nos espera?

Primero hay que entender donde estamos parados. En segundo lugar, la economía corre por otro carril y ni Alberto Fernández ni el ministro de Economía, Martín Guzmán, logran entender dónde estamos y cuál es la realidad económica. La economía es una fotografía que refleja lo que está pasando y se adelanta a los hechos mientras el mercado va descontando lo que cree que sucederá en el futuro cercano. Tenemos una economía que funciona con déficit histórico que gasta más de lo que recauda.

Es necesario preguntarnos en qué estamos gastando y en la cantidad de subsidios que hay. Cuando se recauda menos el déficit es mayor y nos endeudamos más. Es como una economía hogareña, cuando no nos alcanza le pedimos plata a nuestra tía, a nuestro abuelo, al querido tío de Estados Unidos o al FMI, o a todos. Pero esa etapa ya pasó. Ya agotamos todas la fuentes de financiamiento que teníamos.

Hoy estamos muy endeudados, tenemos que pagar muchos intereses y encima seguimos gastando más de lo que recaudamos. Entonces, si a esto le sumas la pandemia, tenemos que este año el gasto se volvió descontrolado a través de una emisión descontrolada que hizo que el mercado se inundara de pesos.

Como ejemplo, si tenemos un incendio en casa y apagamos el fuego con demasiada cantidad de agua tendremos como segundo problema una inundación. Hoy casi nos ahogamos con esta agua porque la administración de los recursos inyectados a la economía en pesos tomó caminos que no son los bienes y servicios sino que fue al dólar. En septiembre, cuando el dólar valía $130 ya habíamos dicho que su valor técnico era de $190 en función de lo que el Estado emitió. Esta semana el dólar llegó a $190 y todos se quieren tirar del balcón. Pero llegamos a este valor, por el desconocimiento y la inacción que tiene la gente que maneja la economía del país.

 

¿Qué se puede hacer?

Alberto Fernández y Martín Guzmán deberían llamarse a silencio porque hay detalles técnicos que desconocen, pero todos los día hablan del dólar y dicen lo que no va a pasar.

El viernes fue un virtual feriado cambiario porque desde el Banco Central llamaron a todos los operadores y le dijeron que no vendan dólares contado con liqui.

Esto nos recuerda a la conferencia de prensa del 28 de diciembre de 2017 del titular del BCRA, Federico Sturzenegger y el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, cuando Cambiemos modificó las metas para 2018. El mensaje fue vamos a dejar de controlar la inflación y el mercado se preguntó si esto era una broma por el Día de los inocentes. Pero, cuando comprendió que no, explotó y empezó a funcionar de una manera diferente porque olfateó que el problema era una emisión descontrolada que iba a necesitar financiamiento con préstamos del exterior e íbamos terminar como terminamos: tirando un gobierno por la ventana.

 

¿Cuánto puede durar esta crisis?

Hoy estamos en el mismo error que otros años porque pensamos que un feriado cambiario va a cortar el contado contra liquidación porque nos parece muy alto cuando ese CCL es el piso del dólar blue.

El problema del valor de las monedas no es si compramos un poquitito más o menos, sino el que fija el estado de la economía. Es decir decisiones pasadas. Hoy vivimos un proceso ‘on goin’, es decir está ocurriendo algo que nosotros hicimos y las decisiones que se toman hoy están en función de lo que se hizo antes. Entonces, por más que el gobierno diga que ‘no va a devaluar’, que ‘el dólar debería esta bajo’, ‘tenemos reservas en el Banco Central’, todo es lindo para la dialéctica pero en la práctica no va a cambiar las decisiones tomadas.

 

¿Esto va para peor?

Estamos dentro de un huracán. Tenemos que transitar el ojo del huracán para después ir saliendo. Para manejar esta crisis el gobierno debería tener dos equipos diferentes.

Uno de burócratas que administre la crisis actual, que seguirá pasando y que va a impactar más grande de lo que hoy estamos viviendo.

El otro, con gente distinta al primer grupo, actuaría cuando salgamos del huracán. Pensaría en las consecuencias que va a dejar la crisis y el rediseño obligado de una Argentina diferente al pasado caótico y mediocre de los últimos 40 años.

 

¿Cuánto pesa lo ideológico?

Recordemos que el Frente de Todos llegó al gobierno través de una coalición política donde todos tienen intereses diferentes en función de sus beneficios personales y gestionan kioscos paralelos que no están relacionados entre sí. Este gobierno es de Alberto Fernández, pero el presidente no tiene una unidad monolítica política del peronismo sino que hay una línea muy kirchnerista de gente que responde a la vicepresidenta Cristina Fernández, con una base muy importante de la población, tal vez la más humilde y necesitada que fue beneficiada de los dos gobiernos kirchneristas y que hoy espera nuevamente la ayuda de este gobierno.

Por otro lado está la influencia del titular de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, que no tiene gran cantidad de votos pero sí tiene el respaldo del área industrial, o sea del poder del capital del país. A Massa lo ven como un Mauricio Macri light populista que ofrece las ventajas del expresidente sumado al populismo del peronismo. Ahora, estas dos aristas políticas forman un cóctel explosivo que hay que ver en el futuro adónde nos lleva porque dificilmente puedan mezclarse.

 

¿Hay solución a todo esto?

Argentina debe ser repensada. Debemos terminar con los funcionarios que dicen que en esta geografía el libro de economía no funciona, acá es diferente y acá no se puede. Se debe romper con esa inercia.

¿Porqué en la Argentina piensan de esa manera? me preguntó hace poco un representante del principal grupo bonista que renegoció la deuda nacional. Pero, ¿porqué en el resto del mundo sí se puede y acá no se puede siempre? Y la respuesta es que hay que terminar con el estado benefactor y subsidiador y repensar si necesitamos un estado recaudador que gasta más de lo que genera y, para compensar, tiene que recaudar mucho más.

El gobierno tiene que desarrollar parámetros que hablen de productividad que es la clave del futuro de los países. También establecer bien claro los parámetros de la libre empresa porque esta realidad varía de acuerdo a cada presidente. La falta de seguridad jurídica sobre este tema espanta a los inversores.

Tiene que haber políticas reales generadoras de empresas privadas con trabajo genuino y sostenible, pensando a largo plazo.
El presente es solo caos y crisis y los gobernantes están tapados por esto. Hay conceptos oxidados. Hoy se aplican medidas de hace 50 años atrás que tampoco funcionaron. Falta una ingeniería del futuro que corte con el pasado y el fracaso y la mediocridad en la cual estamos permanentemente.

 

¿Reincidimos en los errores?

Lo que nos pasa hoy es porque no comprendemos el pasado. No analizamos lo que pasó para entender el presente y diseñar un futuro. La Argentina no entiende el pasado y está muy lejos de diseñar un futuro. Sabiendo que el futuro es hoy, deberíamos hablar de trabajo, ahorro, educación, innovación pero el país transita una crisis continúa.

Mientras los políticos se llenan la boca diciendo que estamos condenados al éxito, los jovenes opinan que este país no tiene futuro en este esquema.

Hoy necesitamos políticos con grandeza, que definan el futuro con trabajo ingenioso, estratégico, con políticas aplicadas. Hombres que tengan una visión y un esquema de adonde queremos llegar y que haya un equipo atrás que tenga un plan y que aplique esa visión. Esto es muy diferente a tener grandes políticos. Cuando escuchas hoy que te dicen ‘yo no necesito un plan’ es un error muy importante. No se dan cuenta que tienen que diseñar un país con gente que tiene necesidades. Hoy Argentina no tiene futuro.

 

¿El problema es la deuda?

En Francia, Suiza, Italia, Perú o Uruguay no están hablando siempre de cuánto está el dólar o cuánto te falta en el bolsillo o en cuánto vamos a subsidiar al transporte urbano de pasajeros y ver si es rentable para que los empresarios lo repartan con un gobernante o un intendente. O si un camión con soja se vende cruzando el río y cobra en dólares billete y no paga retenciones. Un negocio por el subsidio que recibe. En la soja, el negocio es plantar, tener productividad por hectárea, ponerla en un puerto, hacer harina o aceite para buscar valor agregado y venderla al exterior.

Luego, con ese dinero, pensar en la próxima cosecha. Argentina no tiene nada de esto. Ve el negocio en el cortoplacismo y no ve el mañana. En Estados Unidos los economistas hablan del futuro, de las nuevas tecnologías, de cuáles van a ser los trabajos dentro de 10 años, de los programas universitarios o de cómo mejorar la productividad para tener mayor riqueza.

En Argentina siempre repensamos si el gasto fue muy grande y alguien nos tiene que ayudar porque no podemos bajar el gasto. El discurso presidencial habla de ‘no pagar con el hambre del pueblo’ pero no se mira hacia atrás para encontrar al responsable que hizo mal las cosas para llegar a esta situación.

 

¿Cómo salimos con la pandemia?

A pesar de la pandemia, que afecta a todo el mundo, el año que viene para el resto del mundo va a ser muy bueno, pero para la Argentina no porque las decisiones son equivocadas. Nosotros siempre le culpamos de la crisis al que vino atrás. En este caso es lógico, el gobierno de Macri fue el peor de nuestra historia; pero ya pasó. Hoy hay otro gobierno que nadie obligó a tomar el cargo y se supone debió haber aprendido de las crisis. Pero, esta gestión no tiene equipo, plan, ideas, ni ganas.

Pregunto, ¿tenemos la inteligencia aplicada para sortear los inconvenientes que trajimos del pasado y que nos presenta el presente? Yo tengo serias dudas.

Que el ministro de Economía deje de ser parte de la solución para ser parte del problema me dice que no tiene una inteligencia aplicada medida en personas para sortear la crisis que el presente le ofrece. No entiende que gasta más de lo que tiene. No entiende que el trabajo se genera con producción y productividad.

El gobierno puede ser eficaz en muchas cosas pero no es eficiente.

Lo que se puede ver en la crisis sanitaria también aplica para la economía. Cada gobernante que pasa no deja nada para el futuro. Hoy hablamos de deuda externa del pasado.

 

¿Y la renegociación con el FMI?

Al Fondo le vamos a pedir dinero para vivir un par de meses para no seguir manoteando los recursos inmovilizados porque no hay reservas en el BCRA. Y eso es cualquier cosa.

La riqueza se genera con trabajo, productividad y ahorro.

Los países se construyen con grandeza y no viviendo en el día a día, esperando que me liquiden los exportadores para poder pagar las importaciones como está pasando hoy.

Desde los años ‘40 el país dejó de crecer y comenzó a vivir de la riqueza y después del endeudamiento constante. Por eso estamos como estamos y pasamos del caviar a la lenteja de un solo día.

Para reinventarnos solo se necesita inteligencia aplicada, visión, un plan económico, trabajo, productividad, baja del gasto, seguridad jurídica, bajo perfil, ahorro, y mucho más trabajo, y con algo de suerte tendremos una oportunidad.

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