Proponen una “Renta Básica Infantil” que unifique programas de asistencia a la niñez


EFECTO PANDEMIA. Marisa Graham analizó las consecuencias sobre la niñez y la adolescencia.

La defensora nacional de Niñas, Niños y Adolescentes, Marisa Graham, propuso a ministros y funcionarios del presidente Alberto Fernández, la unificación de programas y fondos que el Estado envía a las familias argentinas para la niñez y la adolescencia. Será para ayudar a superar las graves dificultades sociales y económicas que se puedan presentar en la Argentina luego de superada la pandemia.

En entrevista exclusiva con el programa “Aire de Sábado” por FM de las Misiones 89.3, Graham explicó que “estamos tratando de trabajar, posiblemente a mediano plazo, cómo unificamos esta fragmentación de ingresos que están destinados a niños, niñas y adolescentes”.

Estamos tratando -esto no quiere decir que pensemos que vamos a hacerlo pospandemia, porque ni en la Argentina ni en ningún país del mundo se está en condiciones de que haya una gran movilización de recursos para esto- empezar a pensar e instalar de nuevo en la agenda, como se instaló en otras épocas y trabajarlo posiblemente a largo plazo pero empezar a conversarlo. Creemos en el diseño de una Renta Básica Infantil que unifique esta fragmentación e ingresos que existen”, agregó la funcionaria.

“Creemos que tenemos las asignaciones muy fragmentadas, es decir, tenemos una masa de chicos que recibe una Asignación Universal por Hijo; otra masa de chicos que reciben la Asignación Familiar a través de sus papás o sus mamás con trabajos regulares -antes mal llamados trabajos en blanco-; y otros que desgravan de Ganancias. Esos tres ingresos son muy desparejos. Tenemos varios casos paradojales donde los ingresos de trabajadoras o trabajadores con actividades reguladas que reciben la Asignación Familiar son tan magros que resulta más baja que la Asignación Universal”, explicó

 

Problemas para acceder

Mientras tanto, Graham contó que con ANSeS, se reunieron “para ver cómo resolvemos algunas cuestiones que tienen que ver con la AUH, que nosotros reivindicamos como una de las mejores políticas dirigidas a resolver los ingresos entre niños, niñas y adolescentes. Hay cuatro millones y medio de chicos y chicas cubiertos por la Asignación Universal por Hijo, una alta cobertura, pero todavía tenemos algunos problemas”.

Citó “una cantidad de niños a los cuales no llega la AUH por distintas razones, como chicos y chicas que no acceden rápidamente a su DNI por la pandemia, porque los Registros no están anotando a los niños apenas nacen. Ese es un tema que hay que corregir”.

Además, Marisa Graham dijo que “los niños que si bien tienen su DNI, sus papás o sus mamás no lo tienen por lo cual no pueden acceder. Es decir hay una masa de chicos y de chicas que -por distintas razones que tienen que ver con correcciones administrativas- no la reciben. Creo que, si nos ponemos a trabajar los problemas, se pueden resolver relativamente rápido para aumentar la cobertura. Y aquellos chicos que están por fuera de la AUH y debieran recibirla, efectivamente la reciban”.

La Defensora Nacional de niñas, Niños y Adolescentes consideró que “el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) va a tener que posiblemente ser sostenido, en la medida de lo posible, en la pospandemia”.

“También creemos que se deben mantener las ayudas alimentarias, porque hacerlo implica que la familia pueda usar ingresos para otras cosas que no sean solamente alimentos”, agregó.

 

Mala alimentación

Marisa Graham fue consultada sobre las preocupaciones de su dependencia (una función que, como los organismos de la Constitución tienen acuerdo del Congreso), respecto a la niñez y adolescencia durante la pandemia de COVID-19 y luego de la misma.

La primera que planteó fue garantizar la seguridad alimentaria. Lo hizo en el sentido de “Tenemos en Argentina, entre la AUH el IFE, la Tarjeta AlimentAr, mucha cobertura. Pero, uno de los problemas que tenemos es la calidad. No porque los alimentos que ahora se reparten -que antes eran parte de la cocina escolar- sean de mala calidad. Sino porque son, en general, alimentos secos, no podría ser de otra manera. La preocupación es que los ingresos que llegan por otros subsidios o programas o por políticas públicas, ayuden a completar una dieta más balanceada y más rica en proteínas y en nutrientes que las que los hidratos, las pastas o el arroz no tienen”.

Recordó la Defensora que “prepandemia teníamos en nuestro plan de trabajo en la Defensoría otro problema -además de la desnutrición y del hambre- que existe en algunos sectores de nuestra población: el sobrepeso y la obesidad en niños, niñas y adolescentes. Lamentablemente es un problema bastante endémico y se trata de una mala alimentación. Por eso hay que ver cómo resolvemos ese problema que, evidentemente con la pandemia, se agrava”.

 

La vuelta a la escuela, otro problema

La otra preocupación de la Defensoría “es cómo vamos a volver a la escuela después de la pandemia y cuántos niños, niñas y adolescentes lo harán”, según Graham.

“Sobre todo, cuántos adolescentes van a abandonar o han abandonado o están en estos momentos abandonando la escuela para que vuelvan”, enfatizó la funcionaria.

Consideró que recuperar a los estudiantes en las escuelas será “una gesta patriótica, porque creo que el derecho a la educación no es sólo responsabilidad de la escuela y nunca lo fue, no sólo ahora, también tiene que ver con cuáles son las condiciones hogareñas desde el punto de vista de los activos materiales y los activos simbólicos que tiene una familia para sostener a una niña, niño o adolescente en la escuela”.

En medio de ese debate están las condiciones de hacinamiento de las familias, donde los niños o adolescentes no tienen dónde estudiar; o no cuentan con los elementos escolares para poder hacerlo (útiles, manuales, etc).

“También hay otro tipo de condiciones, como las simbólicas, ya que todos hemos necesitado en nuestras trayectorias escolares algún apoyo familiar, algún seguimiento familiar y no todas las familias lo hacen. Esto no tiene que ver con las clases sociales, sino a una disposición de las y los adultos a acompañar estas trayectorias escolares”.

Finalmente mencionó una demanda de los estudiantes con los que tienen relacionamiento desde la Defensoría a través de los centros y federaciones estudiantiles: “escuchamos de los chicos de todo el país que demandan alguna transformación en la escuela, una escuela que le hable más a un sujeto que ha cambiado del siglo pasado a este siglo”.

 

Tristeza y depresión

Marisa Graham, defensora Nacional de Niñas, Niños y Adolescentes, fue consultada sobre las secuelas que dejarán la pandemia de COVID-19 en sus defendidos, además de las cuestiones sociales y económicas relacionadas al trabajo, el ingreso y la alimentación.

“Todas y todos vamos a tener una marca de esta situación, nadie va a salir indemne. En el sentido emocional, por supuesto que los más chiquitos pueden tener algún efecto”.

Sin embargo, pidió “descartar algunos fantasmas” referido a que no es lo mismo la tristeza que la depresión en los más chicos.

“Uno de los ejemplos es el tema de la depresión. En los niños como en los adultos es una patología que no es lo mismo estar asustado, tener incertidumbre, estar quieto; que estar triste. La tristeza es un sentimiento como la alegría, no es una enfermedad, entonces los chicos pueden estar tristes porque extrañan a sus compañeros a sus novias a sus novios, a sus familias a los abuelos y las abuelas que son figuras tan valiosas”, explicó Marisa Graham.

“También hay que pensar que cuando uno es niño o niña no está pensando en la muerte, la muerte es algo lejano y ahora la muerte es algo que se ve en la televisión todo el tiempo con esto de contar muertos… todo esto va a impactar y está impactando emocionalmente en todas y todos y en particular en niños, niñas y adolescentes”, agregó.

“Hay que diferenciar todas estas emociones que genera una situación inédita y tan compleja a todo lo que hayamos vivido con un niño o una niña o un chico o una chica con una depresión. Cuando hay una depresión eso es una patología y hay que tratarla porque también hay alguna predisposición. Estar triste es una cosa y no necesariamente es estar deprimido”, explicó.

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