“No hay nada más caro para un Estado que sostener la pobreza”


Según los cálculos de la Defensoría del Adulto Mayor, se duplicó la canasta básica interanual, medida entre octubre de 2021 y el mismo mes, pero de 2022 empujada por los costos de alimentos, remedios y gastos de vivienda. En diálogo con FM 89.3 Santa María de las Misiones el titular de la Defensoría del Adulto Mayor, Eugenio Luis Semino,  advirtió que el distanciamiento entre inflación e ingresos es cada vez más “preocupante”.

Al realizar el desglose de un estudio elaborado por su oficina, Semino afirmó que en farmacia, los  incrementos fueron mucho más altos que los correspondientes a la inflación general. En este sentido, ejemplificó que “un paquete de ocho unidades de protectores para incontinencia urinaria, que se usan por razones fisiológicas cuesta $500 y dura dos o tres días. En el mes significa un gasto de más de $4.000″.

“Y tampoco tienen cobertura del PAMI”, explicó.

“No hay nada más caro para un Estado que sostener la pobreza, porque ella se traslada a la salud, ni hablar de la salud mental, que fue desatendida en la pandemia. Hoy, el jubilado es el nuevo consumidor de psicofármacos sin receta. Cuando hablamos de adicciones no se ve al jubilado que está deprimido en su casa, que tiene que tomar un ansiolítico para dormir porque tiene angustia o ansiedad“, retrató el defensor de los adultos mayores.

Por otra parte, con relación a los precios de marzo de este año, “los incrementos ya llegaron al 50% y los haberes, con relación a esto, van llegando cada vez más atrasados. Lamentablemente siempre los haberes jubilatorios vienen muy peleados respecto a la canasta, pero en los períodos de mayor inflación este distanciamiento es cada vez mayor”, dijo.

En ese sentido, Semino remarcó que la suba de alimentos, medicamento y gastos de vivienda obligó a recalcular el costo de la canasta básica de un jubilado que alcanzó en octubre los $151.478 pesos o, dicho de otro modo, equivale a poco más de tres jubilaciones mínimas establecidas.

“Hay 6 millones de jubilados que no llegan a esa cifra, y además hay 4 millones que perciben la mínima, que en septiembre se fijó en $43 mil más el bono de 7 mil, que desaparece en diciembre”, expresó Semino respecto de los elocuentes números.

Además indicó “los alimentos están subiendo por encima del índice general de inflación. En la canasta del jubilado se absorben casi $30 mil, ajustándose el cinturón y en medicamentos se va un número similar. Desgraciadamente hay que sumar que los adultos mayores deberíamos consumir alimentos no sólo en la cantidad suficiente sino en la calidad necesaria para no tener problemas de salud”.

Y agregó: “Una sal de calidad, de bajo contenido en sodio le va a salir a un jubilado $500 y se trata de productos que están fuera de precios cuidados“.

“La inflación es un flagelo que va carcomiendo los ingresos fijos. Cuando se anunció el ajuste del haber en septiembre, por un 15,5% más el bono de 7 mil pesos, pero cuando en julio asume el nuevo ministro de Economía, Sergio Massa, no se conocían aún las cifras de la inflación de ese mes y de agosto, que tuvieron un acumulado del 15%. Ya ahí, el aumento se convirtió en número neutro”, cuestionó.

Transformado en pesos, ese ajuste de 15%, significó para los haberes mínimos que eran de $37 mil, un aumento de $6 mil, por eso llegaron a $43 mil y el bono de $7 mil también perdió su poder adquisitivo en el mismo grado que el ajuste de ley.

“Ese incremento traducido a un aumento diario significa $430 por día, y con ese dinero no se pueden comprar dos yogures y ni siquiera tres paquetes de figuritas.  Voy a decir que el deterioro de la calidad de vida es muy progresivo”, amplió.

Según explicó Semino, con estos números y la aceleración de la suba de los precios de los alimentos y otros artículos de primera necesidad registrada la situación de los ingresos de los jubilados es “lamentable”.

Luego subrayó durante que a los fuertes aumentos del precio de los alimentos hay que sumarle los aumentos de bienes críticos dentro de la vida de un adulto mayor, como los medicamentos y otros productos de farmacia como pueden ser pañales, protectores para incontinencia urinaria no patológica, adhesivos para prótesis, entre otros.

 

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