Comenzaron las vacaciones de invierno en gran parte del país. Los niños y adolescentes se desprendieron de sus uniformes, mochilas, estudios y otras actividades que en el día a día los tienen sobreexigidos y muchas veces les ocasiona estrés.
Si bien es fundamental el aprendizaje, hay posturas encontradas a la hora de qué deben hacer los chicos en el receso invernal. Muchas familias implementan las tareas como “castigo” a los niños, por no haber tenido un semestre rendidor, pero otros opinan distinto.
En este contexto, sentó postura la psicopedagoga, magíster y profesora de Educación Especial, Myrian Báez. La especialista en el tema expresó que “las vacaciones son un receso y son fundamentales para los padres, los docentes, pero fundamentalmente para los estudiantes”.
En diálogo con FM 89.3 Santa María de las Misiones, Báez explicó que “también hay posturas que afirman que son positivas las tareas porque van constituyéndose como organizadores, que son importantes que tengan constancia en el tiempo, que se den de manera sistemáticas”.
A modo profesional y personal, manifestó que esta implementación “es un sistema de castigo tremendo” y que muchas veces “tienen un poco que ver con nuestra historia y de cuestiones que fuimos ‘aprendiendo’”.
“Para mí es absolutamente contraindicable porque en las casas generalmente no están los docentes para dar clases, son los padres, las madres, tíos, abuelos, con el método que puedan, entonces no siempre es lo apropiado”, destacó.
Para la magíster, el aprendizaje debe tener ciertos elementos que no pueden faltar y que muchas veces no se encuentran en el hogar: “El clima emocional es fundamental a la hora de aprender, también del contexto que sea facilitador. Además, la didáctica, porque hay didácticas específicas para el aprendizaje y, sobre todo, porque cuando hay algo que no se aprendió bien, el camino que se debe utilizar para que llegue a buen fin debe ser otro y no el que posiblemente se lo haya dado a nivel grupal”, sintetizó la psicopedagoga.
“Estoy muy de acuerdo con esto de parar, de tomarnos un tiempo porque el cerebro también necesita un descanso para asimilar y acomodar toda esa información que fue recibida en esta primera etapa, y poder llegar a una adaptación que es el aprendizaje”, resaltó.
Igualmente, aconsejó tomarse dos días de los 14 de receso para “entrar en órbita, organizar mochilas, hábitos y horarios”.
Estrés en los niños
Sumado a los castigos, por no llegar al nivel de exigencia propuesto por la familia, también están las actividades extracurriculares que muchas veces se acumulan y generan un “cúmulo de estrés” en niños, niñas y adolescentes.
En este sentido, Myrian Báez dijo que “tenemos una niñez con un alto grado de ansiedad y debo decir que no es solamente la escuela, tenemos una niñez con sobreexigencias y muchas actividades. ( A los niños) no les estresa las cuatro horas de clase, sino el cúmulo de las 4 horas de clase, más las 2 horas de inglés, más las 2 horas de canotaje, más la hora de taekwondo, etc.”, ejemplificó.
“El cumplimiento de esas múltiples actividades a la que exponemos a los niños es muchas veces lo que genera un cúmulo de estrés, a pesar de que uno lo hace de la mejor manera y de que sea un bien para el hijo. A veces, hay que dosificar y tener en cuenta lo vocacional en los niños y medir entre todo lo que hace, qué lo que le gusta, qué le sirve y entre estas variables elegir lo mejor”, recomendó.
La familia, un puerto seguro
Por último, la profesora Báez explicó que la familia, ese puerto seguro “es fundamental para los niños, porque es el abrigo emocional que necesitamos justamente a la hora de aprender o del disfrutar del crecimiento en sí y que se dé de la mejor manera”.
Recomendó a los adultos “correrse de esta idea de que se aprende solo en la escuela y entender que haciendo una torta frita con la mamá, con la abuela, con la tía, podemos aprender millones de cosas. Se puede aprender de otros lugares”.
Para cerrar, habló de la importancia de unir la escuela y la familia para aprender didácticamente, porque “en el hogar se puede capitalizar todo lo que se ve en los libros y se aprende en un contexto artificial. Entonces, creo que en las vacaciones o en un momento donde no está en la escuela, se puede tranquilamente trabajar con los niños, con los adolescentes, todo este saber hacer y estas competencias para lo que técnicamente el sistema está trabajando, pero que a veces no se articulan”, explicó.
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