“Cuando volvía al pueblo, salía en bici con mi mami a vender el pan casero”


Días atrás PRIMERA EDICIÓN había retratado la historia del Luz Lozano, la flamante médica que se recibió luego de un largo camino lleno de sacrificios e ilusión. Sus padres, Carlos y Nélida expresaron cómo, con la venta de pan casero, lograron que su hija obtenga un título profesional.

Ahora, la joven contó en primera persona cómo vivió todos los años de sacrificio para estar a la altura del esfuerzo de sus seres queridos.

“La verdad que en primer lugar le di las eternas gracias a mi mamá, quien fue la que más trabajó en todos estos años”, comenzó a contar la joven misionera.

“Me acuerdo cuando recién iba a empezar, estaba el quinto año de la secundaria, mis papás me preguntaron qué iba a estudiar cuando terminara y yo les dije que quería ser médica. Entonces mi papá me dice: “andá pensando en otra cosa, porque no te vamos a poder pagar la carrera”.

Para ese momento en Misiones todavía no estaba la UCAMI en Posadas y debía ir a Corrientes a estudiar. La joven había cursado su secundario en el Bachillerato 12 de San José. Allí la orientación laboral, hasta tercer año era de Ciencias Naturales “y después es todo más es orientación a Economía; por eso necesitaba hacer un curso de nivelación para actualizar Biología y Física para el examen de ingreso”.

Contó que “la vida en Corrientes es más cara y es más lejos y entonces me insistían ‘andá pensando en otra cosa’. Bueno, cambié de idea, me decía ‘voy a tratar de hacer por lo menos Enfermería y algún día cuando yo tenga cómo, me voy a pagar solita la la carrera, voy a estudiar medicina igual’; no lo sacaba de mi cabeza”, rememoró.

Siguió relatando que “ese año, en que yo estaba en el último año en la secundaria, también se estaba recibiendo de médico un chico de San José, quien fue docente mío en cuarto año, e incluso me tomó mi examen de Semiología”, recordó entre risas.

La mamá de él le dice mi familia: “Mirá, mi hijo se está recibiendo y les muestra las manos (las tenía todas quemadas) yo le estoy pagando con la venta de pan casero”. Eso impactó fuerte, porque una vez en casa “mi mamá y mi papá me sientan y me dicen: si nos va a responder en el estudio, nosotros vamos a hacer lo imposible para tratar de darte la carrera que vos quieras, para que no cambies esa idea”, confió.

“Lo que primero averiguamos, por medio de un médico amigo, de cabecera de la familia, el doctor Jorge Rodríguez, quien nos comenta de cursos en el Círculo Médico, como para nivelar a los chicos que por ahí a veces tienen orientación más Humanidades y no tienen ni una pálida idea de lo que se van a topar en medicina. Tome ese curso para ver si iba a cambiar de idea”, relató.

“Empiezo a hacer ese curso todos los sábados en Posadas, y, a la mitad, me doy cuenta que las cosas que daban en el curso yo ya las sabía, y lo dejo. En enero siguiente ya empezaba el introductorio de medicina con siete materias”, reseñó la flamante médica.

Y remarcó con muchísima emoción: “Siempre que yo volvía los sábados, salía con mi mami en la bicicleta a recorrer el pueblo y a vender pan a todos los vecinos. Había señoras que ya son grandes que le compraban el pasito mi mamá y me salían a atender así y lloraban como cuando me atendía: ‘me decían dame el pan y mirá todo el esfuerzo que hace tu mamá, metele pata siempre me decían”.

“Me acuerdo cuando me llevaron ese enero en Santo Tomé, papá me dijo vamos a buscar una pieza Luz para alquilar, algo que no sea tan costoso. Como él no quería faltar al trabajo, aprovechamos las fiestas para ir a conocer el pueblo donde yo iba a vivir”.

“Donde veíamos se alquila, preguntábamos y era todo carísimo, el precio de un mes era el sueldo de ese entonces de mi papá. Yo volvía llorando porque pensaba que no iba a poder estudiar. Allá no existen albergues estudiantiles, tenes que costearte a vida sola y volvía llorando. Un día recorriendo, encontramos a una abuelita que estaba limpiando su vereda, a quien le preguntamos por una pieza y ella tenía, estaba a seis cuadras de la facultad. En ese entonces estaba $800 pesos, 3×3 era la piecita”, recordó.

 

Cardiología, su pasión 

Ahora, como madre de una niñita de tres años, Luz quiere especializarse en cardiología y aseguró que esperará el tiempo oportuno para hacerlo, ya que ahora está dedicada a su trabajo y al cuidado de su familia.

“Mi papá ya lo contó, mi deseo de ser médica había nacido cuando yo tenía cinco años y mi abuela paterna falleció en pocos días de diagnóstico de una leucemia y entonces siempre decía que iba a estar en oncología; pero después de que ya pasé por la facultad encontré mi vocación en cardiología“, explicó.

 

Mensaje 

Consultada sobre el mensaje que quería dejar, respecto de su historia de vida, la joven médica dejó un mensaje para los padres. “Va a llegar el día que sus chicos terminen el secundario y les digan ‘mamá, papá yo quiero estudiar ingeniería y capaz van a decir ‘no tengo’, pero sí pueden. Les digo yo, y les afirmo que sí se puede”. Pidió que “vendan pasta frola, pan casero, empanada en la ruta. Se puede. Yo salí adelante, no me di una vida de lujo mientras estaba estudiando: tenía mi camisa, mi mesita no tenía ni siquiera heladera”

“Pido a esos padres que luches por los sueños de sus chicos, que no bajen los brazos, porque se puede”, cerró.

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