La polémica sobre el manejo de los planes sociales continúa creciendo en todo el país. Semanas atrás la Nación apuntó al control que ejercían las organizaciones sociales para traspasar los beneficios a la órbita de las provincias y los municipios. Mientras que el pasado martes el Gobierno nacional cruzó a la Ciudad de Buenos Aires luego de que la administración porteña anunciara que les quitará los planes sociales a las familias que no envíen a sus hijos a la escuela.
Así, el sistema de distribución de los beneficios sociales enfrenta a las diversas posturas que, en diferentes ámbitos de discusión, se expresan a favor o en contra.
Consultado sobre esta situación, el sacerdote Alberto Barros, vicepresidente de Cáritas de la Diócesis de Posadas y párroco de la Sagrada Familia, al ser entrevistado por FM 89.3 Santa María de las Misiones, remarcó que “la percepción que uno tiene, sobre una captación de situaciones muy reales, es que la ayuda social siempre es necesaria para una coyuntura de crisis”.
“Para algunos, por ejemplo una persona discapacitada, alguien que no tiene posibilidad de trabajar y generar ingresos, tendrá que ser una ayuda de por vida. Después están todos los planes que se han ido acumulando a lo largo de los años por la falta de trabajo y una crisis económica que hace necesaria una ayuda del Estado para sobrevivir, sobre todo con el tema de los alimentos”, describió y amplió que “son cosas necesarias en los momentos de crisis”.
“Obviamente que los planes no pueden ser eternos y que en algún momento hay que reconvertirlos en trabajo en aquellos que tengan esa posibilidad de trabajar. El problema es que en Argentina es difícil reconvertirlos porque no hay trabajo, el ambiente laboral se achica, y cada vez es más especializado. Para la gente que no tiene capacitaciones cada vez es más difícil”, manifestó.
“Se entiende que desde la macroeconomía dicen que hay que ajustar el gasto, pero eso será ¿a qué costo?”, se preguntó.
Al mismo tiempo recordó que “en el medio puede haber dificultades, que no haya buen manejo, o que cobre gente que no le corresponde, porque en todo sistema hay que evaluar lo que no es transparente, pero creo que la asistencia social es necesaria y en los momentos de crisis hay que sostenerla, siempre y cuando esa persona la necesite de verdad”.
Además, “para salir del sistema de planes tiene que haber políticas en serio que generen posibilidades de trabajo, traigan inversiones, que funcionen las pequeñas y medianas empresas, que se faciliten la toma de empleo a las empresas. A nuestra política le falta bastante creatividad”, cuestionó.
“La inflación es una gran angustia”
El pasado domingo, al encabezar la tradicional celebración de San Cayetano en la parroquia del barrio de Liniers, el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Poli, enfatizó que “la inflación asfixiante que padecemos genera miseria”, al tiempo que llamó a la sociedad en su conjunto a “reconstruir esta Argentina que nos duele a todos”.
Sobre estas expresiones, el padre Barros indicó que “todos nos damos cuenta que la inflación se nota y la inmensa mayoría del pueblo la está sufriendo. Es una gran angustia que tenemos en el país y que se agrega a un contexto más general de decadencia y de crisis profunda que abarca no sólo lo económico sino también todo el impacto social, laboral, y educativo”.
“Esto se arraiga en una profunda crisis de valores que impide que tengamos políticas sensatas y eficaces que realmente nos puedan hacer crecer como país en todos los aspectos que hacen al bienestar de un pueblo”, apuntó y añadió que “una crisis así afecta de un modo muy particular a los más pobres”.
Demandas básicas
Por otro lado, expresó que “para todo ser humano hay demandas básicas que hacen a su dignidad. En primer lugar, el alimento sobre el que en este momento se está atravesando una situación muy angustiante para mucha gente debido a la inflación que afecta de un modo particular al encarecimiento de los productos que más consume una familia pobre”.
“La falta de seguridad alimenticia hoy es algo muy grave. También hay una demanda de la gente más pobre para tener un acceso a la salud más seguro”, recalcó y amplió que “lo primero y principal es la comida, después la salud, el trabajo. Hay mucha gente que quiere trabajar y no pueden y no encuentran. Otros sobreviven con trabajos informales de la mejor manera que pueden”.
Finalmente consideró que “hay muchos argumentos falaces y discriminatorios, que dicen que las mujeres se embarazan por un plan, son falsedades y actitudes despectivas, desconocedoras de la cultura de nuestro pueblo, como si los pobres fueran responsables de su pobreza y no el sistema político y económico que tiene la Argentina. No hay que cortar el hilo por los más débiles”.
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